Hay una escultura japonesa tradicional y antigua denominada los “tres monos místicos”, misma que se utiliza como emoticones de WhatsApp, y que significan “no veo, no oigo, no hablo”, imágenes que bien podrían representar a nuestras autoridades federales cuando dialogar sobre del Tramo 5 del Tren Maya se busca.
Y es que por más que ecologistas, ambientalistas, geólogos, y demás especialistas adviertan de los peligros y daños ocasionados por la construcción de dicho tramo, se les sigue ignorando y negando el diálogo, es decir, no se les ve, no se les escucha, ni se les habla.
Recientemente, y gracias al trabajo que está realizando la asociación civil Defendiendo el Derecho a un Ambiente Sano (DMAS), un juez federal frenó temporalmente la construcción de la totalidad del Tramo 5, que va de Playa del Carmen a Tulum, debido a que no se tiene una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
Porque como lo dijo el investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Gerardo Ceballos a la periodista Martha Anaya, quien lo publica en su columna de El Heraldo, la falta de estudios “no solamente pone en riesgo este gran sistema, este gran patrimonio natural de México y del planeta, sino que también pone en riesgo la operación del tren”.
“Si tú pasas un tren en una parte así y no tienes los estudios completos y correctos, evidentemente hay una posibilidad muy grande de que pueda haber un colapso. Y con eso, olvídate de la caverna ya de por sí importante, lo que sería en términos de un accidente de esta naturaleza”, señala el también miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
La insistencia por la no construcción en el Tramo 5, como lo han dicho los especialistas, no es porque se esté en contra del Tren Maya, es porque hacerlo en esta nueva ruta pone en riesgo a todo un ecosistema, y no solo eso, a quienes en un futuro transiten por él, ya que podríamos ver un incidente como el de la Línea 12 del metro en la Ciudad de México, solo que ahora en la selva; una especie de socavón que pondría en riesgo la vida de muchos turistas.
Por eso es que los especialistas y científicos exigen que se tengan los estudios correctos para que no ocurran desgracias humanas y ambientales. Además de la imperiosa necesidad de conservar los remanentes de selva que están precisamente atrás del tren, y que dan el agua a todo este sistema de ríos subterráneos, cavernas, y a todos los desarrollos turísticos de la región, como lo explica Gerardo Ceballos.
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El reclamo y la exigencia de los ecologistas y ambientales, al que me sumo, va en el sentido de que se hagan los mismo estudios ambientales que se realizaron en los primeros cuatro trazos del Tren Maya, los cuales tienen el mayor número de pasos de fauna en todo el planeta.
La cerrazón por sentarse a dialogar con los especialistas y la sociedad civil que ha hecho suya la defensa de la selva, no hacen más que enfatizar que cuando el capricho es lo que manda, como los tres monos místicos, se aplica el “no veo, no oigo, no hablo”.