La cifra de homicidios dolosos que se han cometido en lo que va de esta administración es superior al de las cinco administraciones pasadas. Pero no por ello estoy de acuerdo con que el tema se utilice como golpeteo mediático, al contrario, considero que la asignatura de Seguridad Pública le ha quedado grande en los últimos quince años a los tres órdenes de gobierno, de todas las administraciones. Han fallado en dos cuestiones básicas: el análisis multifactorial de la delincuencia y la continuidad de las políticas públicas que sí han dado buenos resultados.
El aumento de la delincuencia no tiene una sola causa, sino es la suma de factores. Como en todos los núcleos sociales, influye el desempleo; el rezago educativo; los precarios servicios de salud; la escasa cultura de la legalidad; la corrupción y la ineficiencia en el diseño y ejecución de programas preventivos.
Los 120, 584 homicidios dolosos que se han cometido en México desde diciembre de 2018, no sólo ponen de manifiesto el mal manejo estratégico de los “abrazos, no balazos” como factor único, sino también el colapso de una problemática que no se ha atendido de forma interinstitucional desde las anteriores administraciones. Sí, a este gobierno le tocó el estallido, pero no está tampoco siendo eficiente para atenderlo.
Diferente es que pensemos en la delincuencia como un problema que no sólo tiene que atender el Estado desde las instituciones de seguridad pública (en todos los ámbitos). De forma conjunta tienen que replantearse el modelo económico, educativo y de salud, a fin de determinar las relaciones entre uno y otro, así como las prácticas culturales y sociales que siguen fomentando la violencia, tales como la ideología heteropatriarcal y fanatismos. A la par tienen que apoyarse los estudios científicos y por supuesto, las artes y humanidades como mecanismos de sensibilización.
Por otro lado, el éxito de las políticas públicas es la continuidad de sus buenas estrategias, con medición de resultados. Por ejemplo, la falta de policía municipal adherida a los modelos que ha creado el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNS), tales como el Modelo Homologado de Justicia Cívica, Buen Gobierno y cultura de la legalidad para los municipios de México (MNPJC), o bien, el Modelo Óptimo de la Función Policial (MOFP). Los indicadores de este último, pueden ser utilizados como referentes para todas las policías.
Esos modelos, se trazaron con rigor científico y con criterios internacionales, tales como el estado de fuerza, en el caso del MOFP, o el enfoque de proximidad social, trazado en el MNPJC. Sin embargo, a pesar de los casos de éxito en los municipios que ya se han implementado, el escaso apoyo de recursos por parte de la Federación a los municipios en su generalidad (que, en mi opinión, son la clave para paliar los problemas), dificulta su ejecución.
El tener estructuras policiales débiles y autoridades federales como el Ejército y la Guardia Nacional con poca o nula coordinación, provoca que la delincuencia doblegue… tal y como lo hemos visto en videos y con la terrible crisis de seguridad de quienes arriesgan sus vidas por la verdad: las y los periodistas, cuyas vidas están siendo arrancadas impunemente. En lo que va del año, once periodistas ya han perdido la vida, sin un solo sentenciado y 20 detenidos, en un esquema de Procuración de Justicia que en todo el país, no se da basto ni para resolver un 10% de los delitos.
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Nos estamos acostumbrando a vivir así. El crimen organizado se apodera de zonas y municipios, pero lejos de culpar, atendamos la situación con el análisis multifactorial que amerita, con cooperación institucional y con continuidad de buenas acciones, dejando de lado ideologías, por el México que queremos.
Hay que ir más allá y reflexionar. Promover propuestas administrativas y legislativas según diagnósticos y hallazgos de investigaciones. Atender la funcionalidad de la policía y del sistema de Procuración de Justicia como consecuencia de la estructura política vertical. Tal y como señalan los artículos 115 y 137 constitucionales, que los municipios de México tienen como facultad la regulación de su propia seguridad pública y pueden colaborar con autoridades del orden nacional o estatal en una mejor política sistemática.
Esas cuestiones, aunque parezcan menores, dificultan la actuación sistémica y pudieran perder congruencia respecto a las leyes en materia de seguridad pública, lo cual se agrava también si no hay modelos definidos en los municipios, ni los instrumentos jurídicos homologados para armonizarlos.
Esta administración está fallando… pero las administraciones pasadas también lo hicieron. Quince años sin una buena y continua estrategia en materia de seguridad hacen que la comunidad internacional condene lo que pasa.
Esto no quedará resuelto en este sexenio. Tardará México en recuperarse de los estragos de lo que ocurre, por lo que urge un llamado por la paz y la suscripción de compromisos medibles a corto, mediano y largo plazo con continuidad. Urge el apoyo de Organismos internacionales y de reflexiones e impactos mediáticos más profundos respecto a lo que pasa, a fin de no perder el asombro ni normalizar el vivir como vivimos.
La sociedad necesita conocer nuevas propuestas, nuevos políticos. México está para un nuevo proyecto, político, social, económico y cultural.