Un espacio familiar inestable, entornos escolares de violencia y bullying, necesidades emocionales no atendidas ni manifestadas son elementos que pueden desatar una tragedia como la de esta semana en una escuela de Texas.
Ahora sabemos que bajo esas condiciones vivió Salvador Ramos, el joven de 18 años que mató a 19 menores de entre 7 y 10 años y a dos maestras del Robb Elementary School, en Uvalde.
Desde 1989 se han registrado 13 tiroteos escolares en Estados Unidos, y de acuerdo con el artículo School Shootings and Student Mental Health de la American Counseling Association, estos actos han aumentado 19% en el siglo 21 en comparación con el anterior.
Por testimonios periodísticos e investigaciones policiales, ahora sabemos que a Ramos le gustaba jugar videojuegos como Fortnite y Call of Duty, y en la escuela era bulleado por su tartamudez y fuerte seseo; comenzó a cortarse con cuchillos “por diversión” y empezó a vestir de negro, como “emo”.
En sus redes sociales publicó fotos con la etiqueta “lista de deseos”: rifles automáticos, y videos en los que enfrentaba agresivamente a su madre, quien, se dice, consumía drogas. Ramos vivía con sus abuelos y dormía en un colchón en el suelo.
El entorno y las circunstancias que vive cada persona no justifica los actos violentos, aunque es posible determinar que existieron elementos catalizadores de sus acciones: un hogar roto, acoso escolar —que provoca ansiedad, depresión, baja autoestima, deseos de venganza e incluso ideación suicida—, que subrayan la importancia de la atención oportuna a la salud mental de menores de edad.
Según el Departamento de Justicia de EU, 99 por ciento de los alumnos que ejecutan balaceras son hombres y 63% mostraba interés en películas, videojuegos o libros violentos.
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Es más, 78% tenía un historial de ideación o intentos suicidas, síntomas de depresión o desesperación y, a pesar de todo lo anterior, menos de una quinta parte había sido sometida a alguna evaluación de salud mental o diagnosticada con un desorden.
Detectar oportunamente las vulnerabilidades y ayudarles a romper con el silencio generado por una cultura machista en la que los hombres encapsulan emociones y no saber cómo expresarlas o gestionar adecuadamente, es una responsabilidad que como ciudadanía debemos asumir.
Afortunadamente, en México los casos de tiroteos han sido aislados, en tiempo y espacio, y desde organismos como el Consejo Ciudadano promovemos los reportes y atención ante casos de bullying o violencia familiar, en la Línea de Seguridad y Chat de Confianza (55 5533 5533), a todo el país y el extranjero.