La inflación es un efecto económico muy democrático, afecta a la sociedad completa y, a diferentes niveles de ingreso, derrumba el poder adquisitivo y las posibilidades de prosperidad. Controlarla es una obligación de las autoridades hacendarias de todos los países, pero los ciudadanos podemos hacer mucho para que sus efectos no sean destructivos.
Una buena administración del dinero que ganamos para nuestras familias y nosotros es un hábito civil que debemos adoptar inmediatamente. Cortar los gastos superfluos es un primer paso e identificarlos es sencillo: todo aquello no relacionado con alimentos, salud, vestido, vivienda y educación. Esas son prioridades y obligaciones que son fijas y además significan una inversión en el futuro.
En lo que toca a la alimentación, comprar frutas de temporada, verduras, legumbres y otros productos que balanceen la dieta permite aprovechar el ingreso y al mismo tiempo mejorar la dieta familiar. Si ubicamos los precios más convenientes y éstos se ofrecen en tiendas y mercados cercanos, apoyamos a la economía al comprar ahí.
Adquirir productos preparados, comida chatarra o refrescos, a pesar de que puedan parecer baratos, lo único que representan es una disminución del poder adquisitivo de cada mes. Nada en contra de darse un “gusto”, solo que éste no puede ser diario si queremos hacer rendir el dinero.
Invertir en el hogar es otro gasto fijo que no podemos evitar y significa darle mantenimiento al lugar en donde nos sentimos más seguros y en paz. Enfocarnos en reparaciones de tuberías, cerraduras, ventanas, instalación de gas y de electricidad, produce ahorros y mantiene un mejor nivel de vida, sea propio el inmueble o cuando se trata de una renta (previo acuerdo con el arrendador).
Mantener apartada una cantidad para salud y para educación siempre serán apuestas seguras a futuro. Prevenir padecimientos con base en una dieta correcta, ejercicio, sueño suficiente y en la atención al estado mental en que nos encontramos, es el fundamento para que, en caso de enfermar, estemos en condiciones de atendernos a tiempo y recuperarnos. Estar saludables es el mayor activo con el que contamos como personas.
Educarnos constantemente suma conocimientos que se vuelven habilidades para el trabajo y para iniciar proyectos de negocio o inversión. Nunca dejamos de aprender y con ese principio como motivador, podemos agregar valor a nosotros mismos en el empleo o en el emprendimiento. Existen muchos cursos gratuitos o de precios accesibles que dan esa oportunidad.
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Planear los gastos de vestido y calzado es otra tarea que la tecnología ha hecho más sencilla y que el comercio electrónico ha hecho despegar. Miles de ofertas de productos de temporada que podemos adquirir con tiempo y facilidad, acudiendo a sitios seguros y a formas de pago que estén certificadas. Este es un ejercicio que puede hacerse en familia y dos veces al año para no caer en compras de último minuto.
No omito mencionar que, en el contexto social, las y los ciudadanos debemos perseguir que el sistema de salud y de educación públicos sean un derecho para la mayoría. Una sociedad inteligente no debe permitir que sus integrantes tengan que elegir entre enfermarse o quebrar; eso incluye a los sistemas privados, los cuales necesitan estar bien regulados por la autoridad.
Un Estado de Bienestar real abre oportunidades equilibradas para la mayoría, sustentadas en estructuras de atención universal que le dan las herramientas a su población para que desarrollen sus talentos. Hay servicios que existen gracias a mercados que operan bajo la oferta y la demanda, pero otros son condiciones mínimas que le dan viabilidad a la sociedad.
Estamos ante un periodo difícil a nivel internacional, con una expectativa de que nuestro país estará mejor preparado que muchos otros para cuando la economía tenga que desacelerarse con el objetivo de contener el aumento de los precios. Nuestra cultura financiera y la inclusión económica también son derechos ciudadanos que se tienen que ejercer para que, juntos, podamos afrontar los efectos de un entorno de inflación que no es normal, pero ya está aquí.
Actuar con prudencia, evitando gastos y deudas innecesarias, sin olvidar qué es lo que importa al momento de ahorrar, invertir y gastar, impide el derroche que poco tiene que ver con el dinero y mucho con la forma en que actuamos como personas.