La discriminación es un delito que no se ha podido erradicar. Agresiones por origen étnico, género, discapacidad, edad, condición social, preferencias sexuales aún están presentes y lastiman.
Este año ha habido casos de segregación por orientación sexual en taquerías y parques de diversiones, personas rechazadas en antros o bares por no cumplir con ciertas características físicas, o youtubers como Fofo Márquez que promueven fiestas únicamente para “gente bonita”.
En un país en el que existe una Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, que castiga con prisión de hasta 3 años a los discriminadores, es lamentable que un restaurante como Sonora Grill reciba acusaciones de racismo, clasismo y maltrato.
Algo similar ocurrió la noche del 3 de mayo de 2014, cuando Emile Wickham fue a celebrar su cumpleaños con amigos —todos de raza negra— a un restaurante de Toronto; el mesero les pidió pagar por adelantado. Cuatro años después, tras una demanda, el negocio fue sentenciado a indemnizar a la víctima de racismo con 10 mil dólares.
El dinero, dijo entonces Wickham, era lo de menos. Lo peor, como en todos los casos es la forma retrógrada con que a las personas discriminadas se les roba un momento de diversión, de esparcimiento, pero, sobre todo, un derecho humano.
La encuesta sobre discriminación en la Ciudad de México, elaborada por el Copred —que ya investiga las acusaciones contra el Sonora Grills y que podrían derivar en una disculpa pública—, ubica a las personas de piel morena como el grupo más discriminado.
En la capital nacional, el respeto a los derechos humanos es eje central de todas las acciones, como lo ha impulsado la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo. Manifestaciones de segregación racial, propias de la época del esclavismo, no pueden ser toleradas.
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En 2017 la Cámara de Senadores aprobó la sanción penal de actos que violan el derecho a la igualdad y no discriminación por motivo de creencias religiosas o discapacidad. No obstante, en Aeroméxico, a Érika Bernal no la dejaron viajar con su perro guía.
O ya rayando en el surrealismo, la presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Claudia Morales Reza, no ha podido rentar un departamento en la CDMX porque su capacidad económica se juzga a partir de su apariencia y su vestimenta. Ella es una indígena wixárika, también llamados huicholes.
Clasificar a las personas y segregarlas es un acto irracional que debe ser reportado y denunciado. Desde el Consejo Ciudadano condenamos todo tipo de discriminación y ofrecemos asesoría jurídica y emocional en la Línea de Seguridad y Chat de Confianza, 55 5533 5533.
Porque todos somos gente bonita.