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El debate que se desató sobre el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador para integrar a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) nos hace reflexionar sobre diversas vertientes, al menos tres cuestiones fundamentales se deben tomar en cuenta.
La primera es que el tema de seguridad no solo no ha mejorado durante el gobierno del presidente López Obrador, sino que se ha deteriorado y parece que se alcanzarán números drámaticos de cara el último tramo del sexenio.
Echar mano de la milicia como única estrategia de seguridad no solo contradice los dichos de AMLO en campaña, sino se aleja de lo que él mismo criticó al señalar que el país iba en camino de militarización.
La segunda importantisíma, sobre la constitucionalidad de una posible reforma o la vía del decreto, es decir, una decisión de carácter inconstitucional para evitar pasar por el Congreso de la Unión. La peligrosa decisión del presidente de emitir decretos en prácticamente todo aquello que no quiere negociar y que con seguridad terminarán en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La tercera reflexión es sobre la incapacidad que tiene este gobierno y el mismo presidente para negociar con la oposición. La misma oposición ha mostrado rechazo a las iniciativas presidenciales, pero la responsabilidad es mutua, no se recuerda ni una sola reunión del presidente López Obrador con los dirigentes de los partidos políticos ni con sus coordinadores parlamentarios, eso en una democracia es inaudito.
El mandatario no gobierna solo, el poder legislativo está ahí. El desprecio al acuerdo y el capricho presidencial en la toma de decisiones es peligroso, lo que se plantea en materia de seguridad debe ser discutido profundamente, no es algo menor, sin embargo, siempre es más fácil el decreto que el diálogo, esto es muy peligroso.
