Por Connie Molina
Continuación...
Anteriormente, Ana llega a terapia sintiéndose vacía, frustrada y con miedo de no ser más la madre necesitada por sus hijos ahora que han crecido
Cómo lo he mencionado “Wendy” es un patrón adquirido que ha penetrado en el imaginario colectivo (al igual que el síndrome de Peter Pan) y como tal se compone de muchas de las vivencias relacionales de una población criada bajo el patriarcado, muchos de los conflictos personales derivados de ideas del deber ser, los modelos de crianza, educación y experiencias afectivas a lo largo de nuestra vida.
Wendy, lo mismo que nuestra Ana hace lo necesario por otras personas para encontrar reconocimiento y valoración externa, pues tiene un pobre concepto de sí misma, (no se ve hacia adentro) y de sus propios sentimientos encontrados, que van desde el odio y coraje, a la lealtad amorosa e incondicional, implicándole una disonancia cognitiva con su propia valoración interna.
En la constante búsqueda de felicidad, la personalidad Wendy permanece en esa condición rescatadora con su pareja e hijos al sentirse útil, querida y necesaria, pensando que el amor significa abnegación, sacrificio y resignación, con tal de no sufrir rechazo ni abandono, tratando de evitar cualquier desorden para mantener su aprobación, cuidando siempre de su imagen ante ellos.
Wendy al hacer las veces de mamá de todos, no les permite madurar y responsabilizarse de sus propias necesidades, sabiendo que ella en todo momento, las resolverá, aún a costa de las propias, trayendo como consecuencia un gran sufrimiento para todos
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Características:
• Sentir la necesidad de cuidar, rescatar, proteger y satisfacer a otros compulsivamente, más allá de lo necesario, desde una figura maternal, asumiendo un rol que no le corresponde; convirtiéndose muchas veces en la madre de su pareja y, mostrando una actitud que puede ser muy invasiva en la autonomía e independencia de los hijos.
• Sentir que debe asumir toda la responsabilidad del hogar, para que los demás no tengan que hacer nada; “SU DEBER es hacerles la vida más fácil a los suyos”
• Adoptar el rol sumiso de la madre abnegada, que solo vive en función de la aceptación de sus hijos y de su pareja, para no ser abandonada.
• Fuerte necesidad de ser imprescindible, de tener todo resuelto y bajo control.
• Necesidad de complacer y agradar a los demás, para mantener la ilusión de armonía en su entorno
• Sentimientos de soledad, culpa, inferioridad, pesimismo y egoísmo.
• Auto conmiseración.
• Agotamiento, ansiedad, poca autoestima.
• Dificultad para establecer límites
¿Cómo superarlo?
• Es importante poder darnos cuenta de nuestra autonomía, y no tener por qué vivir siendo el espejo de los demás, ni cargando con lo que no nos corresponde.
• Ser conscientes de que si nos han de querer es por quienes somos y no por lo que hacemos por los demás.
• Dejarnos caer en otro y que nos sostenga.
• No querer tener todo resuelto o controlado.
• Dar forma a nuestros límites con una palabra casi prohibida “NO”.
• No involucrarnos en exceso en la vida de los demás.
• Dejar de asumir roles familiares que no nos corresponden.
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