Un país que se construye con base en la sabiduría y la experiencia acumuladas a lo largo del tiempo tiene gran potencial para crecer. Las historias de nuestros ancestros nos transmiten identidad y herramientas para la vida.
En muchas culturas, lo ancestral poseía un carácter sagrado y las personas de edad avanzada eran consideradas de manera especial. Los griegos veían a los ancianos como sabios y guías, mientras que en China la longevidad era símbolo de inmortalidad. De este lado del mundo, a los abuelos mayas se les relacionaba con el dios del maíz, creador de la humanidad.
Nuestras abuelas y abuelos son símbolo de persistencia y partícipes de lo eterno; son fuente de tradición y herencia cultural. También son figuras protectoras que nos conectan como individuos y es un privilegio compartir tiempo con ellas y ellos. Hacerlo es como convivir con un libro vivo, pero para que se dé esta comunicación debe haber paciencia, interés y atención.
Cuando las personas adultas mayores reportan al Consejo Ciudadano problemas familiares, abandono, soledad o depresión, nos damos cuenta de la gran oportunidad que hay en la comunidad para integrarles. Una forma sencilla de motivarles a compartir sus historias es hacerles partícipes de las nuestras.
El día a día, aunque sea distinto al que ellos vivieron, tiene en común temas universales como el amor, la amistad, los retos y hasta el clima; y más allá de la diversidad de opiniones, gestionar las diferencias enriquece habilidades psicosociales como aceptar la pluralidad y dialogar.
La salud en esta etapa, como en todas las demás, no solo depende de que los abues reciban atención médica. Algunos malestares físicos pueden ser la somatización de problemas o bloqueos emocionales y psicológicos que no se están expresando.
Nosotros les ayudamos a cuidar de su salud mental a través de la Línea Plateada 55 5533 5533 —que da servicio nacional, gratuito y 24/7— pero no debemos olvidar que el seno familiar es el entorno ideal para hacer que nuestros seres queridos se sientan, precisamente, así.
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Conversar con las y los mayores nos favorece de forma adicional porque nos ayuda a entenderles e incluso sanar heridas. Y si las anécdotas dan para escribir un libro, ¿por qué no hacerlo? Su vida puede inspirarnos para crear una colección de memorias.
Incluso se pueden acompañar esas charlas con la preparación en conjunto de recetas de familia o mientras aprendemos sus hobbies favoritos o echamos una partida de cartas.
Las posibilidades de convivencia son tan amplias como lo es el amor que podemos compartir con nuestras abuelas y abuelos. Este domingo, que se celebra su día, es un buen momento para recordarlo.