A pesar de que la generación de energía eléctrica utilizando combustibles fósiles es mucho más cara y dañina que las energías no convencionales o renovables, la transformación de cuarta insiste en ella para seguir manteniendo a la economía petrolizada. El fondo del asunto es fortalecer a PEMEX y consumir las grandes cantidades del combustóleo derivado del petróleo pesado mexicano, el cual, tiene gran concentración de azufre, superior a los estándares ecológicos (ya que es muy contaminante y muy tóxico para la Población), motivos por los que nadie en el mundo se los compraría.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) vende la energía eléctrica a los usuarios y para no aumentar las tarifas tienen que aplicar un subsidio que paga el gobierno, es decir, nosotros los contribuyentes. Entonces, a grandes rasgos, no es cierto tampoco, entre ese y muchas de las falacias del actual gobierno, que la energía eléctrica no ha subido ni subirá de precio.
Y es que es imposible que el gobierno no emita una medida desesperada como aquella, si están los precios disparados y no contamos con las variables suficientes para controlarlos. Según datos de la propia Comisión Reguladora de Energía (CRE), las plantas generadoras de combustión interna, las que usan combustóleo, tuvieron un incremento del 203%, las de ciclo combinado sufrieron un incremento del 22%, mientras que el carbón -para las carboeléctricas- de 11.2%. Quizá el precio en esta última no está tan disparado, pero aun así es altamente contaminante.
El aumento en el precio de los combustibles es un fenómeno mundial que se ha agravado con la guerra, pero es una situación que ya se veía venir. Además, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, en la Agenda 2030, comprometieron a los países (entre ellos México) a reducir la emisión de gases efecto invernadero, precisamente previniendo tales circunstancias: que ante los conflictos se disparan los precios del petróleo y el gas natural, y que el planeta coincida en una crisis energética y ambiental.
Aunado a lo anterior, la extracción de combustibles está costando más que gusto a México… la refinería Olmeca, que se construye en Tabasco, le va a costar a la ciudadanía poco más de 20 mil millones de dólares…
El presidente ha dicho que las tarifas eléctricas no han subido, pero es porque la gran parte la pagará el contribuyente. La energía está subsidiada y si no se aumenta la tarifa, aun cuando aumentaron los costos de los combustibles, ¿Quién va a pagar por el incremento? ¿Quién absorberá los incrementos? Obviamente el contribuyente, a través del subsidio, auspiciado por el gobierno federal.
En tiempos de guerra, la volatilidad en los precios desencadena incertidumbre en los mercados y para las empresas generadoras es más difícil planear para conseguir mejores contratos, en un mercado tan incierto.
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Por todo lo expuesto, podemos decir que es muy caro generar electricidad en estos tiempos tan cambiantes e inflacionarios, y se puede establecer que somos lo contribuyentes quienes vamos a pagar el sobrecosto de la electricidad, porque al quitar los impuestos (IEPS) a los combustibles, más temprano que tarde pagaremos ese impuesto.
Si los cuatroteístas realmente aspiraran a que México fuese el país de paz y prosperidad que desean, se invirtiera en las energías limpias. Ejemplo de ello es uno de los mejores países para vivir del mundo: Canadá, que produce el 66% de su electricidad por energías renovables: eólica, solar, fotovoltaica, baterías y movilidad sostenible, ello según Diario Renovables.
Al margen se puede establecer que es mucho más rentable generar con energías renovables, por lo menos costosas, y cada vez se vuelve menos, debido a los avances en las tecnologías y obviamente mucho menos contaminantes, prácticamente verdes. Además, la huella de carbono en las celdas fotovoltaicas y las turbinas eólicas es muy pequeña.
Y tal es la hipocresía del actual gobierno también que, aún en los hechos, apostándole a las energías sucias, al mismo tiempo están construyendo el parque de generación de energía eléctrica de fuente fotovoltaica en el desierto de Sonora, de hecho, será el más grande de América Latina… justo en los terrenos donados por un entusiasta seguidor del oficialismo y dueño del conglomerado de Vidanta.