Al gobierno del estado de Nayarit se le hizo fácil modificar la bandera nacional poniendo los colores de Morena en lugar del verde y el rojo de nuestro lábaro patrio. A pesar de que el gobernador pidió disculpas a la ciudadanía, parece inexplicable comprender quién sugirió esta idea y quién lo autorizó.
Durante el evento del 175 aniversario de la Gesta Heróica de los Niños Héroes, el gobierno estatal vistió el espacio del evento no con los colores nacionales sino con los colores del partido que gobierna al estado y al país; solo gobiernan, no son los dueños.
Hay una generación de políticos y empleados de distintos órdenes de gobierno que toman sus decisiones con la única finalidad de agradarle a sus superiores, en este caso al gobernador Miguel Ángel Navarro y al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pasamos de pintar las oficinas de gobierno con los colores del partido que gobierna en turno, a suplir símbolos patrios por propaganda política. No solo es absolutamente criticable, sino también es un delito que debería ser castigado. El Código Penal Federal establece en su título sexto, capítulo quinto, las sanciones por ultrajes a las insignias nacionales.
Según el artículo 191 “al que ultraje el escudo de la República o el pabellón nacional, ya sea de palabra o de obra, se le aplicará de seis meses a cuatro años de prisión o multa de cincuenta a tres mil pesos o ambas sanciones, a juicio de juez”.
Aquellos que gobiernan asumen que tienen el poder de hacer lo que les plazca.
Lo que debería ser un escándalo de proporciones mayúsculas, para el gobierno es una simple anécdota. No habrá mayores sanciones y hasta ahora una sola renuncia (no un despido) y las tímidas disculpas vía redes sociales minimizando el hecho y tratándolo como una situación menor que simplemente pasó.
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Recordemos que la elaboración de eventos se hace con recursos públicos, es decir con el dinero de los ciudadanos. Aquellas “buenas ideas” ni siquiera son pagadas con recursos de esos funcionarios quienes pretenden sobresalir con actos lamentables.
No fue una simple anécdota lo sucedido con las banderas en Nayarit, el hecho dice mucho de quién gobierna, cómo asume su papel y lo que piensa sobre los símbolos patrios. El silencio de las autoridades de carácter federal también nos confirma que los errores no son de ellos, sino de quien no piensa como ellos.