La inflación es uno de los flagelos de la sociedad moderna en pleno siglo XXI; sin embargo, en México al menos, tenía muchos años, desde finales del siglo pasado, no se presentaban valores inflacionarios; como los presentados durante agosto de 2022, que según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) fue del 8.70%, y en los cuales afecta al bolsillo de todos los consumidores, pues obviamente, los productos y servicios son más caros y se debe gastar más para poder subsistir, o para adquirir la Canasta Básica.
El aspecto más relevante, en toda Latinoamérica, especialmente en México, es la declinación del segmento de la población, conocido como la “clase Media”; o más bien, la “clase media aspiracionista” como la nombra el Presidente de la República.
Las políticas económicas de la administración actual han logrado que una gran cantidad de integrantes del poderoso sector de la sociedad civil, la clase media, hayan pasado a formar parte de la clase calificada como pobre.
Según el INEGI en su estudio ‘Cuantificando la clase en media en México 2010-2020′, quienes pertenecen a dicho sector ganan 22 mil 927 pesos mensuales en promedio y esto ha declinado desgraciadamente, cada vez son menos los que ganan menos que ese nivel mínimo para ser considerados clase media.
Sabemos que la pandemia jugó un papel importante en los empleos de todos los sectores de la sociedad mexicana, acelerado por las prácticamente nulas medidas de contención aplicadas por el actual Gobierno Federal.
El hecho de no haber ayudado a la pequeña y mediana empresa a subsistir durante la pandemia, ocasionó que muchas de ellas tuvieran que despedir a su personal y otras; aún peor, tuvieron que cerrar y quienes reanudaron las operaciones, después de la pandemia, recontrataron el personal pero con serias disminuciones del sueldo a su personal.
Aún peor, algunas de las personas despedidas o recortadas, se han tenido que recontratar subempleados, obviamente con un sueldo menor al que percibían, por lo tanto la precarización de los sueldos es una realidad actualmente y no se ve en el corto plazo como revertir ésta situación.
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Mientras en México la inflación arrecia, en Estados Unidos, ésta ha mostrado una tendencia a la baja, y mientras el PIB en México, no muestra recuperación y el año entrante no se ve mejor. Se hace la comparación con nuestro vecino del norte porque allá, a pesar de las circunstancias nada favorables en América y el mundo, las políticas monetarias y el apoyo a la ciudadanía está ayudando a paliar los estragos económicos.
Según el reciente análisis de Antonio del Valle, presidente del Consejo Mexicano de Negocios, la situación de inseguridad y la inflación tienen que contenerse para que no sean un problema más grave más adelante, tales como el Paquete contra la inflación y la carestía (PACIC).
Un servidor considera también que el reforzar la seguridad en el ámbito local coadyuvará también a atraer la inversión extranjera y con ello, generar más ingresos y flujo de actividades para mejorar la problemática.
Ya ha pasado más de un año de alza consecutiva de alimentos, dejando prácticamente a las clases más necesitadas apenas con el ingreso básico para alimentarse, y a la clase media con menos recursos para mejorar su nivel de vida
¿Y por qué el Presidente pareciera no molestarle que la clase media aspiracioanista se diluya en las clases más necesitadas? Suena perverso, pero cuando menos hace sentido que en toda su discursiva alaba la pobreza como mecanismo de programación comunista.
Según el INEGI, 44 millones de personas, es decir, el 39.2% de la población representa la clase media, pero a este paso, por el mero desdén a la prosperidad del mesías de la 4T puede reducirse diluirse entre clases más necesitadas, mientras continúe con sus dos tipos de programas: los ineficaces para la situación económica nacional y los clientelares para mantener a su electorado contento, en miras de mantenerlo para contento y con la mano estirada para el próximo proceso electoral federal.