No mientras se mantenga la incertidumbre de contar con un plan concreto de combate a la delincuencia que incluya el trabajo profesionalizado, protegido y suficiente de las fuerzas que, en la Constitución Política de la Ciudad de México, se erigen como las únicas facultadas para llevar a cabo tareas en materia de seguridad pública. Todo lo demás que se considere sin este plan a mediano plazo será un exceso que lastima a las instituciones de nuestro país.
Esto que en un momento era una bandera política que a la postre se convirtió en un engaño, ahora puede revertirse seriamente en contra de la gente que confió en un proyecto político y hoy, de un momento a otro, se decidió cambiar la opinión para darle más fuerza política, presupuestal y operativa a sólo un sector de lo amplio que es el gobierno. Y se le da a un sector que, justamente, había sido reconocido por el pueblo de México, pero esta vez se le pone en el centro, tal parece, para que se le cuestione indebidamente.
Si desde la concepción de la Guardia Nacional con mando y perfil civil se cuestionaba la presencia del Ejército, del cual se dijo en campaña se regresaría a sus cuarteles el primer día que la nueva administración asumiera el cargo, ahora también se cuestiona el hecho de dar más tiempo a una tarea que, en los años que lleva ejercida no cuenta con una sola cifra alentadora que nos pueda dictar que vamos por buen camino.
Es urgente revisar la estrategia y evitar la militarización del país que tanto se habían cuestionado cuando eran oposición. Y no se trata de un reproche a nuestras Fuerzas Armadas que destacan por su lealtad y compromiso con el pueblo, sino que se trata de proteger a ellos mismos y de exigir resultados tangibles, sólidos, con base, en el combate al crimen organizado del que, hemos visto, ha recibido más abrazos que justicia.
Sin duda, por todas las vías institucionales buscaremos echar atrás tanto la incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA, como la pretendida idea de aumentar el plazo para que el Ejército se mantenga en las calles, porque, simple y sencillamente, esto no lo merece el pueblo de México.