“Nuestro bienestar está conectado al bienestar de los animales y el medio ambiente”. Así de simple, así de sencillo.
Hoy, la máxima de San Francisco de Asís —declarado en 1980 por el Papa Juan Pablo II patrono de los animales— está más que vigente, aunque expresada en el siglo XIII.
Este 4 de octubre se celebra el Día Mundial de los Animales, fecha promovida y elegida por la Organización Mundial de Protección Animal para coincidir con el santoral, con la intención de recordarnos que, aunque somos la especie más evolucionada, eso no nos concede derechos sobre el resto de los seres sintientes.
Actualmente, el trabajo de asociaciones y organismos que velan por sus intereses, sean perros, gatos, réptiles o aves, revela resultados en la visibilización de las agresiones que sufren.
De acuerdo con las atenciones del programa CompAnimal, del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, entre enero y agosto de 2022 fueron reportadas 3 mil 867 agresiones o abusos; el 98% de los casos se refieren a los animales de compañía y principalmente perros.
Los reportes a la Línea vs el Maltrato Animal y el Chat de Confianza, 55 5533 5533, indican que más del 80% de los casos son, justamente, por maltrato, que va desde el abandono, golpes o falta de alimentación hasta mantenerlos amarrados.
La Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) de la CDMX, con apoyo del Gobierno de la capital, trabaja en expedir la “Ley de Protección y Bienestar Animal de la Ciudad de México”, a fin de fortalecer el sustento legal de la lucha contra el maltrato. Entre sus objetivos se encuentra erradicar la violencia hacia los seres sintientes y detectar un posible vínculo entre esas agresiones y la prevalencia de violencia familiar, una línea que sostenemos en el Consejo Ciudadano desde hace casi cuatro años.
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Así como en la capital nacional, los códigos penales de la mayoría de los estados ya prevén el maltrato y crueldad animal como delito, pero en Chiapas, Guerrero, Tabasco y Tlaxcala solo cuentan con sanciones desde el ámbito administrativo.
Hay evidencia científica que sustenta el razonamiento de San Francisco de Asís e indica que la vida junto a los animales tiene beneficios. Solo un dato: al acariciarles, el cuerpo libera oxitocina, una hormona que tiene un efecto calmante en el cerebro; reduce el estrés y la ansiedad, activa, fomenta la empatía, compasión y responsabilidad.
Hagamos conciencia, todas y todos somos seres sintientes.