Se encamina la discusión sobre la reforma electoral, no es un mal momento para proponer ajustes, pero no debilitando al árbitro electoral, sino modernizándolo y al sistema que nos rige en las elecciones actuales.
Nadie estaría en contra de que existan cambios que puedan ayudar a tener una mejor legislación electoral, que contribuyan en acceder a mejores mecanismos y que sean más justos.
Una posible segunda vuelta, reducir el número de legisladores, realizar elecciones concurrentes, eficientar gastos para las campañas, transparentar recursos son varios temas que deben discutirse.
Por otro lado, parece increíble que los políticos no puedan decir de manera clara que quieren ir por un cargo de elección popular con tiempo de anticipación. Si alguien quiere ser presidente, que lo diga sin ser sancionado. Los llamados actos anticipados de campaña no deberían limitarse, siempre y cuando se transparenten los recursos con los que se llevan a cabo.
La reforma electoral es necesaria, no para el golpeteo político, ni para criticar a los que están o beneficiarse de los que vienen. La reforma electoral es necesaria porque se está quedando arcaica, porque tiene muchos vacíos y porque simplemente no funciona en su totalidad.
Lo deseable es que la discusión se dé, que exista un debate de ideas, sin filias ni fobias. A nadie le viene bien tirar lo que ha avanzado este país, que ha sido mucho. Necesaria es la reforma electoral, como necesario es fortalecer a las instituciones electorales, no debilitarlas. Esperamos que los legisladores se encuentren a la altura de esa discusión.