Ya se discute en el Senado de la República, la iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforma la Ley Federal del Trabajo en materia de digno descanso post laboral (vacaciones dignas) a las personas trabajadoras, incapacidad por paternidad y reducción de jornada laboral, mediante la cual, esencialmente, se proponen siete horas la jornada diurna, seis horas la nocturna y la seis y media horas la mixta; y cuando menos 12 días de vacaciones continuas por el primer año laborado.
Tengo muy presente aquél hecho histórico, que trajo como consecuencia que en nuestros tiempos conmemoremos cada año el día del trabajo: “ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa, ésta era la reivindicación que miles de obreros solicitaban el 1 de mayo de 1886, cuando iniciaron una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas”.
En este sentido, el derecho al trabajo y los derechos de los trabajadores, son fundamentales y esenciales para el ejercicio de otros derechos humanos y constituye una parte inseparable e inherente de la dignidad humana, dado que toda persona tiene derecho a trabajar para poder vivir con dignidad.
De ahí que, no porque en un país se trabajen demasiadas horas, los resultados son siempre positivos, considero que lo importante estriba en que las jornadas laborales se trabajen de manera eficaz y eficiente; el descanso y las vacaciones, son fundamentales para el desarrollo integral de una persona, máxime que, de acuerdo con datos del IMSS, el 75% de mexicanos padece fatiga por estrés laboral y de conformidad con la OIT se recomiendan otorgar a los trabajadores de los Estados nacionales 18 días con goce de sueldo.