Desde hace 32 los mexicanos a través del Instituto Federal Electoral (IFE) iniciamos una labor inédita para crear un árbitro autonomo e independiente para darle certeza, transparencia y legalidad a la competencia electoral y así contribuir al desarrollo de la cultura democrática de México.
Gracias a estos profundos cambios jurídicos e institucionales fue como la nueva realidad fue desterrando poco a poco las imposiciones hegemónicas de grupos de poder y permitiendo la alternancia pacífica que se ha visto cristalizada sobre todo en los últimos veinte años entre PRI-PAN-PRI-MORENA.
La democracia comenzó a cincelarse no sólo como el medio por el cual la voluntad popular cambiaba un régimen político, sino también como un mecanismo de progreso social. Y hoy todo ello está bajo severo riesgo: la 4T y su mesiánico líder quieren colonizarlo en beneficio suyo con el absurdo pretexto de reducir costos.
Hasta ahora habíamos tenido un régimen pluripartidista y competitivo, poderes independientes entre sí, con un presidencialismo acotado, elecciones altamente competidas, leyes electorales no restrictivas y, sobretodo, la decisión de quien gobierna ha estado en manos de los ciudadanos.
Resulta evidente que con el actual gobierno los organismos han perdido autonomía, de hecho, la voluntad del presidente ha quedado muchas veces más que demostrada, quien con un pasmoso cinismo ha enviado iniciativas a la Cámara de Diputados (la cual está conformada por una mayoría simple de sus alfiles) con tremendo encargo: “No le cambien una coma”.
Incluso el Poder Judicial ha sido acotado por voluntad presidencial, con la imposición de magistrados a modo, y con presiones desde Palacio Nacional a sus miembros, no pertenecientes a su grupo o impuestos por él. También ha atacado a los jueces por no favorecer sus designios.
Todo esto significa un retroceso a los cambios, los cuales fueron instaurados en el país por la presencia en la vida democrática del INE, de hecho el presidente fue electo gracias al INE, por respetar la voluntad popular, como debe ser y por quitarle el control de las elecciones al gobierno en turno.
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Con la instauración de este nuevo régimen se nota un retroceso en la vida democrática. Y tanto ha sido la reiteración de los súbditos de la 4T contra el INE que los recientes resultados de su encuesta telefónica sobre la posible reforma electoral (400 encuestados) arrojaron que en su mayoría están de acuerdo con la reforma electoral, pero paradójicamente, solo un 27% de la ciudadanía está enterada realmente de ello.
Si el INE estuviera politizado simplemente no hubiese realizado ni publicado la encuesta, así de simple. Se trata de un sondeo que en palabras de su mismo Presidente Lorenzo Córdova, se realizará también en el próximo semestre y su postura es la misma que han mantenido los anteriores presidentes: quieren cambios estructurales que impliquen progreso y no retroceso.
Creo firmemente que si se coloca el verdadero mensaje detrás de todo esto la ciudadanía cambiará de opinión: el intento de reforma electoral es un golpe a la vida democrática de México.
Hay que decirle a la ciudadanía con todas sus letras que el gobierno puede tener el control de su credencial de elector y falsificarla para perpetuarse en el poder; de controlar lo que votan en las casillas, de hacer elecciones a modo.
Debería de habérseles preguntado a los encuestados: “¿Sabías que el gobierno puede volver a organizar las elecciones?”, ¿Sabías que pueden utilizar tu información personal?, ¿sabes de las funciones y especialidades jurídicas y técnicas que tienen los consejeros del INE?… pero no, no se esas preguntas, por lo que dolosamente las respuestas están siendo utilizadas por la 4T y su líder supremo.
Si el INE realmente hubiera planteado las preguntas clave en la encuesta, la ciudadanía sabría que la reforma a modo pretende retroceder más de 32 años de una lucha ciudadana, además de tendría las siguientes consecuencias:
- El pretendido Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC) perdería la atribución de conformar el padrón electoral y no la lista nominal, por lo que podría perderse la credencial para votar con fotografía (máxima identificación de los mexicanos)
- Se centralizaría la organización de todas las elecciones en el INE: desaparición de los organismos electorales locales de cada estado y eso concentraría el poder y complicaría las funciones
- La elección de consejeros y magistrados electorales por la vía del voto popular podría prestarse a arbitrariedades, recursos demagógicos y perderían el rigor técnico de selección que las caracteriza
- La reducción de integrantes del Congreso de la Unión, que, aunque no suena mal, eliminaría poco a poco a los partidos nacionales pequeños y continuaría aniquilando contrapesos que todo ejercicio gubernamental necesita
- La reducción de financiamiento ordinario a partidos y mantener el financiamiento público para campañas electorales, que, aunque tampoco se percibe mal, va en el sentido de seguir exterminando a opositores
Por supuesto, entre otros muchos análisis que ya han realizado reconocidas y reconocidos juristas y politólogos que están en defensa del INE.
El INE es perfectible, como todas las instituciones, pero no por ello debe reestructurarse en los términos que plantea la 4T. Además, tiene una calidad reconocida a nivel internacional. Se ha podido construir con voluntades hasta y mejorarás.
Además, en las coyunturas políticas actuales, no es lo adecuado cambiarlo en este momento, cuando falta poco para las elecciones del 2024, que serán decisivas para el rumbo que tome el país.
Si les interesara fortalecer al árbitro electoral, la 4T impulsara mecanismos como la segunda vuelta electoral, haría más eficientes los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas y apoyara la implementación de recursos tecnológicos en la identificación de personas y voto electrónico, pero no. Pretenden tomar el control absoluto del INE.
Da lástima una propuesta que busca promover consultas y hacer justicia a mano alzada.
El INE se ha perfeccionado como organismo constitucionalmente autónomo. El cumplimiento profesional de sus atribuciones deviene indispensable para asegurar a la ciudadanía el pleno ejercicio de su derecho humano al voto, que constituye la expresión de la voluntad soberana.
Con la pluralidad política que ha existido en México, se da cuenta de la profunda reflexión pública y el disenso: se ha edificado un sistema electoral que ha fortalecido las condiciones para la celebración de contiendas electorales más equitativas, ciertas y transparentes, en las que son las y los ciudadanos –y nadie más que ellos– quienes deciden quién nos gobierna y nos representa; son ellas y ellos quienes en las urnas premian o castigan las buenas o malas acciones de gobierno. Y la alternancia partidista que ha habido en los últimos años lo pone de manifiesto.