El pasado 8 de noviembre se celebraron elecciones intermedias en Estados Unidos, para renovar un tercio de los escaños del Senado (35 de 100 espacios) y la totalidad de la Cámara de Representantes (435 asientos). Aunque los pronósticos indicaban que la “ola roja” del Partido Republicano se impondría, eso no sucedió.
Contrario a lo esperado, el presidente Joe Biden y el Partido Demócrata gozarán de un importante margen de maniobra para mantener enérgica su agenda durante los próximos dos años.
Las votaciones intermedias en Estados Unidos suelen determinar en buena medida el rumbo que tomará la administración del mandatario en turno hasta la siguiente elección presidencial. Además, en este caso, con la posibilidad de que Joe Biden busque reelegirse, las decisiones que se tomen y el contexto en el que se desenvuelva su administración serán fundamentales para obtener nuevamente la victoria o no.
En este proceso, históricamente el gobierno en turno obtiene resultados menos favorables, y la organización política opositora se impone con ganancias electorales, pero en esta ocasión la historia no se repitió.
La ventaja demócrata tiene explicaciones diversas, pero entre los elementos más relevantes se encuentra el rechazo generalizado a las y los candidatos cercanos a la administración del republicano Donald Trump y sus ideas.
Por ejemplo, Harry Enten, analista de CNN Politics, afirma que había poca simpatía hacia gran parte de las candidaturas republicanas, con altos índices negativos de favorabilidad. Ese grupo tenía en común su crítica al proceso electoral de 2020, al que calificaba como fraudulento. En contraste, las y los demócratas eran percibidos positivamente en casi todos los espacios de confrontación electoral.
La extrema posición política republicana fue percibida negativamente por la población estadounidense, al tiempo que se dejaron de lado los altos niveles de inflación y la baja popularidad del presidente Biden.
PUBLICIDAD
Enten afirma que el éxito demócrata fue convertir la elección en una competencia entre las organizaciones políticas y sus candidaturas, y no en un referéndum sobre la actuación del mandatario.
Con estos resultados, sin embargo, Joe Biden no estará ni cerca de gobernar con total libertad, porque el Partido Republicado obtuvo la mayoría en la Cámara de Representantes, aunque sí tendrá mayor margen que otros mandatarios estadounidenses tras el proceso intermedio.
Con la Cámara de Senadores pintada de azul demócrata, el presidente Biden podrá nominar y aprobar a integrantes del Poder Judicial, incluida la Corte Suprema, el órgano más importante del sistema de justicia estadounidense. Además, el Senado podrá fungir como órgano de contrapeso o freno a las leyes de representantes republicanos que busquen obstaculizar la agenda del mandatario.
Con una derrota en ambas cámaras, el ejercicio del poder hubiese sido mucho más complejo, con efectos en la campaña y en los resultados del proceso electoral del 2024, cuando se renovará, entre otros puestos, al jefe del Poder Ejecutivo.
Por ahora, el presidente Biden y el Partido Demócrata han logrado mantener una importante ventaja frente a los años venideros, complejos, por los retos sociales y económicos que enfrentan Estados Unidos y el mundo, pero también por las disputas políticas, el debate de ideas sobre el rumbo que ese país debe tomar y la polarización de una sociedad compleja y diversa.
Sin embargo, es necesario señalar que los resultados no favorecerán al mandatario estadounidense sin la atención adecuada a los desafíos más apremiantes, como el aumento de la inflación, por mencionar un ejemplo.
Todavía queda un largo camino por recorrer, pero no hay duda de que las piezas para las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos comienzan a moverse.