La inseguridad en México es un tema que ya nos robó la tranquilidad. Tanto objetiva como subjetivamente. Primero por el incremento de la incidencia delictiva y el segundo por la percepción en la población.
La realidad es que todos los mexicanos estamos viviendo un clima de inseguridad, peor que en cualquier momento anterior.
Países, como Estados Unidos y recientemente Polonia, han alertado a sus ciudadanos respecto a la violencia que se vive aquí día a día, y les han solicitado acciones precautorias, es decir, si no hay urgencia de viajar, no viajen. Prácticamente como país en guerra.
En la medición de octubre con respecto a septiembre de este año, los delitos graves aumentaron. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los robos con violencia se incrementaron en el último mes, al pasar de 16,311 a 16,886; los secuestros pasaron de 52 a 59, los homicidios dolosos aumentaron de 2,724 a 2,846 y las lesiones dolosas están promediándose en 474.5 cada día.
A septiembre de 2022, el 64.4% de la población, de 18 años y más, consideró inseguro vivir en su ciudad, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Publica Urbana del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), del tercer trimestre de 2022.
Por todo lo anterior es que se hace hincapié en que las políticas aplicadas por el actual gobierno federal. Comparando los actuales 47 meses de gobierno con el mismo lapso, pero del 2015-2018, los homicidios dolosos van al alza: de 102,799 a 135,464.
No hay un resultado positivo y es verdad que no se le debe de atribuir nada más a esta administración, porque coincido con que se deben de atacar las causas y factores de la criminalidad, pero con políticas integrales y la fuerza coactiva estratégica y necesaria, no de la manera pasiva y permisiva de la actual autoridad, donde es un hecho que hay más sangre derramada.
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Se sabe que hay lugares del país que son controlados por las organizaciones del crimen organizado y donde las autoridades oficiales, o están sometidas por los cárteles o están indefensas ante el poderío de estas bandas criminales.
Según los alarmantes datos expuestos por Carlos Seoane en su columna de la semana pasada, en España, el primer trimestre de 2022 fueron asesinadas 74 personas, mientras que en México, en tan solo un día se rebasó ese número con 87 asesinatos. Las diferencias son abismales y nos sitúan, válgame la expresión, a la vanguardia en homicidios dolosos en un país que no está en guerra.
En la medición por índice de homicidio doloso por cada 100 mil habitantes, destaca Colima en el primer lugar nacional con casi 11 homicidios por cada 100 mil personas en octubre.
A pesar de esta sangrienta realidad, lejos de ocasionar una autocrítica y reconocer que está fallando la estrategia de seguridad, lo único que provocó fueron declaraciones absurdas de parte de funcionarios del gobierno federal, como demeritar dichas mediciones, con el vergonzoso argumento de que “si Colima tuviera más habitantes, no tendría un índice tan alto”.
Lo cierto son los aumentos de la incidencia delictiva de alto impacto, en octubre, en casi todas las modalidades: Robo (3.5%), secuestro (24%) y extorsión (1.3%), lo que nos demuestra que las medidas tomadas para disminuir la incidencia delictiva han sido inefectivas e inoperantes.
Sin embargo, para efectos de comunicación en La Mañanera, por parte de la Secretaría de Seguridad Pública, se presentó una medición para comparar con septiembre, analizando octubre, pero juntando los resultados de los primeros 15 días de noviembre, lo que de alguna manera suaviza los malos resultados de las estrategias de seguridad, es decir, maquillaron las cifras.
Queda claro que los resultados de seguridad y la estrategia gubernamental han sido un completo fracaso. A esto le sumamos las intentonas simplonas de querer jugar al dedo en la boca con la opinión pública ante los pésimos resultados de la estrategia de combate a los delitos, manipulando los números o darle un manejo estadístico sesgado, seguramente la pretensión es seguir engañando al pueblo bueno.