Hace cuatro años la ciudadanía decidió por un profundo cambio como consecuencia de un compromiso que hicimos para acabar con un régimen de corrupción, privilegios y dispendios que lastimaban a la sociedad.
Por eso, una de las primeras medidas que tomó la nueva administración fue implantar una política de austeridad y de combate a las conductas ilícitas que durante años se habían enquistado en las instituciones.
Otro avance de gran importancia consistió en ampliar los cauces democráticos para que las personas pudieran intervenir directamente en las decisiones de gobierno. A través de la consulta a las y los ciudadanos se dio paso a nuevos proyectos de infraestructura y de desarrollo regional que se reflejan en el mejoramiento de la calidad de vida de quienes mayores desventajas padecen.
De igual forma, se han construido nuevas instituciones como la Guardia Nacional, la cual fue aprobada por unanimidad en el Congreso y permitirá recuperar la paz y la seguridad en todo el país.
Un aspecto fundamental para disminuir las desigualdades fue la incorporación en la Constitución de nuevos derechos para garantizar el acceso al bienestar como es el caso de los apoyos a los adultos mayores, a las personas con discapacidad y las becas para los jóvenes estudiantes.
Durante cuatro años se ha trabajado incansablemente para transformar a fondo el sistema político, económico y social. Ha sido una tarea de enorme complejidad que exige honestidad, transparencia, constancia y capacidad. Como es obvio, la labor ha sido difícil por las resistencias naturales de algunas personas que resultaron afectadas en sus intereses.
El balance de estos cuatro años es positivo. De ahí que el Presidente de México cuente con el apoyo mayoritario de la población.
Sin duda, ha sido un periodo intenso y satisfactorio que ha puesto las bases de una nueva forma de hacer política bajo los principios del humanismo que se sustenta en los valores culturales de una sociedad plural y democrática como es la mexicana.