La semana pasada recibimos la visita en México de los presidentes Gabriel Boric, de Chile; Guillermo Lasso, de Ecuador, y Gustavo Petro, de Colombia. Estaba programada la realización de la cumbre de líderes del mecanismo de cooperación Alianza del Pacífico, pero no pudo llevarse a cabo, por la ausencia del presidente de Perú, Pedro Castillo. Sin embargo, sí sesionaron el Consejo de Ministros y el Grupo de Alto Nivel de este esquema de colaboración, que tiene una agenda novedosa en favor del crecimiento inclusivo y la competitividad.
En el Pleno del Senado celebramos una sesión solemne con el presidente chileno y su delegación, integrada por la científica social Irina Karamanos; la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola; las embajadoras Beatriz Sánchez y Manahi Pakarati, además de algunas parlamentarias y parlamentarios que estuvieron presentes.
Coincidimos en la importancia de fortalecer los vínculos entre ambas naciones, así como los acuerdos comerciales y el acercamiento con América Latina. El mandatario Boric habló de que compartimos un vínculo “entrañable e imperecedero”. Es cierto que la distancia entre nuestras fronteras norte y sur es mayor a 10,000 km, en los que habitan múltiples culturas y maneras de enfrentar el mundo, pero tenemos un legado común literario y cultural con valor excepcional.
Los dos países, juntos, hemos atravesado episodios complicados en los que privó la solidaridad. Por ejemplo, durante la dictadura, miles de chilenas y chilenos se exiliaron en México y enriquecieron nuestras universidades, la vida productiva y el quehacer artístico del país. La comunidad de Chile que vive en México tiene 6,000 integrantes, y cerca de la mitad llegaron en aquel periodo autoritario.
Ahora enfrentamos desafíos comunes globales, como el deterioro del medio ambiente, la necesidad de sistemas de cuidados basados en la corresponsabilidad, el respeto a los derechos de las minorías, una población migrante en ascenso y garantizar la seguridad pública, sanitaria, educativa y cibernética, en un contexto internacional complejo y riesgo geopolítico.
El intercambio comercial entre México y Chile ha tenido varios momentos importantes: en 1992 se firmó un Acuerdo de Complementación Económica, y en 1999 entró en vigor un tratado de libre comercio. Además, desde 2006, el Acuerdo de Asociación Estratégica incluye temas políticos y de cooperación. El comercio se multiplicó más de tres veces, pero hay áreas de oportunidad para crecer. Ambos países participaron en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y en el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico.
La idea es mirar hacia América Latina, poder organizarnos en nuestras necesidades comunes y coordinar respuestas a pandemias sanitarias o para la defensa del medio ambiente. Como el presidente Boric señaló, “nuestra historia de cooperación es muestra de que solo avanzando juntos se puede caminar”. La vida independiente de los países nos habla de la importancia de mirar hacia nuestros vecinos, con generosidad y solidaridad.
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Hoy, las principales economías latinoamericanas están lideradas por la izquierda. Es un buen momento para aprovechar la fortaleza de las fuerzas progresistas al frente de nuestros Gobiernos, y profundizar los procesos de transformación. Este nuevo panorama puede traer buenos augurios para América Latina, su historia, integración y el desarrollo de cada país.
Compartimos la convicción de que la vía más firme de enfrentar el futuro y lograr una transformación profunda es a través de las leyes y las instituciones, así como el respeto al Estado de derecho; buscar el diálogo para encontrar las coincidencias, y apelar a un futuro más próspero, seguro, productivo, equitativo y sustentable. Como expresó el mandatario chileno: “resolver los problemas con más democracia, no con menos”.