Apenas y me di cuenta de lo que iba a suceder, todo a mi alrededor me decía una cosa, todo apuntaba a lo esperado y, sin embargo, yo, no estaba segura de que ello fuera lo adecuado, lo correcto, lo justo, lo mejor, o simplemente, si me sentiría satisfecha con el resultado.
Mientras escuchaba muchas voces animándome, mi corazón latía a mil por hora, mi respiración cada vez estaba más rápida y agitada, mis venas en el cuello y manos las podía sentir; miraba a un lado y otro, viendo todo y a la vez nada.
Tomé un momento para voltear al cielo como esperando una señal, entonces miré al piso para constatar en dónde me encontraba y lo que estaba sucediendo, vi mis pies aferrados a la tierra y mis piernas indecisas, totalmente paralizadas, rodeadas por unas ligas y cuerdas. En la espalda, una mochila llena de ilusiones y esperanzas. Por dentro, yo por dentro quería gritar y decir…, decir….
¡Cuánto trabajo puede costar expresar algo! Las palabras se quedan atoradas en la garganta y se aglutinan de tal manera que nos dificultan identificar qué está sucediendo - ¿Te ha pasado algo así?
¿Qué te resulta difícil de decir?
Para algunos, el hablar de lo que se siente, o de esos sentimientos que hasta da vergüenza siquiera de pensarlos. A mí me resulta complicado decir: “eso que estás diciendo me lastima, me hiere, me hace sentir que no valgo…” Y es que pareciera que la dignidad está en función del otro. ¡No es así!
En otros momentos he tenido deseos de gritar para decir “¡basta! hasta aquí llegue”. También se me ha dificultado hablar para solicitar ayuda. Y es que suele resultar difícil expresar lo que deseamos, queremos o necesitamos, como si el pedir fuera sinónimo de menosprecio o debilidad cuando, es uno de los primeros pasos para ir hacia la sanación de los afectos, de las emociones, de nuestra manera de pensar o relacionarnos, incluso a nivel espiritual. El pedir es una ayuda.
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Así, me encontraba al borde de un precipicio, con todas esas sensaciones que mi cuerpo me permitía sentir. ¿Sabes?, son como un motor: paralizan o impulsan. Tú decides cómo templar tu carácter. Así que, confié y salté al majestuoso abismo de la vida, gritándole al que quiera escuchar:
· Siempre, siempre agradece.
· Exprésate y pide lo que necesitas.
· Disfruta más y autoexígete menos.
· Contempla y admírate de las maravillas naturales.
· Aprende a encontrar tu paz interior y a cuestionarte menos.
· Vive los sucesos y eventos de cada día, mostrando una sonrisa en lugar de ceñir tus cejas.
· Abre tu mirada a las bondades, dones, valores y principios que te sostienen y, que ya tienes.
Si te cuesta expresar emociones, sentimientos, desacuerdos, o tomar acción en situaciones inesperadas, y requieres ayuda, podría ser momento de buscar apoyo.
Verónica Corral Berumen
Consultorio c7 Salud Mental
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