El discurso de un líder político siempre influye. Si ese líder, además, tiene millones de seguidores apunta a situaciones prácticas, reales, de forma inminente.
Pero si, adicionalmente ese líder es el Presidente de una nación entonces cada palabra que salga de su boca puede ser entendida como una orden, como un llamado a la acción para poder agradar al líder o sumar al proyecto que encabeza esa persona.
El discurso del Presidente de la República contra periodistas, activistas y defensores de derechos humanos, evidentemente desata violencia de todo tipo, desde simples reclamos en redes sociales, hasta amenazas claras y, evidentemente, atentados contra la vida de personas que lo único que hacen es ejercer su libertad de expresión.
De ahí lo triste, de ahí lo preocupante, que teníamos décadas que este tipo de cosas no pasaban y hoy estamos en un bache oscuro e interminable para las libertades.
Cada mañana hay una palabra de encono para alguien que no piensa como una persona, una sola persona. Se abona al discurso divisivo como si se tratara de una estrategia de campaña sin pensar en que la violencia en nuestro país se ha arraigado en cada grieta que ha dejado la descomposición del tejido social para que, además, salgamos a señalar no sólo con nombres y apellidos, sino que, ahora, con sueldos y direcciones para hacer más grande el blanco.
Es momento de desterrar cada palabra que, aún con sorna y jocosidad, lastima personas, ensucia trayectorias y enciende ánimos. Somos el país más peligroso para ejercer el periodismo aún por encima de Ucrania, país en guerra.
Si eso no es una alerta enorme, entonces parece que lo que se espera es una tragedia y quizá ni así se cambie el discurso de odio siempre que sirva para intereses políticos de quienes buscan ocultar su incapacidad con persecución.
El pueblo de México no merece esto. Un pueblo que internacionalmente se ha caracterizado por la unión no puede seguir en esta pesadilla del odio entre quienes debemos mostrar hermandad para una mejor nación por encima de intereses sectarios.