Estamos viviendo los últimos días de 2022, un año particularmente muy difícil, complicado, de claroscuros que causaron una creciente incertidumbre entre la mayoría de mexicanos sobre el futuro inmediato de nuestra nación, en lo general, y el de nuestras familias, en lo individual.
Este año que fenece se caracterizó por presentar inusuales índices de violencia que involucraron a la sociedad civil en una vorágine de inseguridad jamás vista en las últimas décadas.
Inseguridad y violencia que se combinaron con el surgimiento de los mayores niveles de crisis económica no registrados desde hace décadas, que causaron una pulverización del salario de los trabajadores ante la subida de precios de los productos necesarios para una vida digna.
En el rubro de la violencia e inseguridad, de acuerdo con datos oficiales, en los primeros siete meses de este año 2022, varios Estados de la república mexicana tienen indicadores similares a los de países más violentos de la Tierra.
En este sentido, Colima, Zacatecas y Baja California serían las entidades más peligrosas de todo el orbe. Pero no son los únicos y con la tendencia estadística, se prevé que Michoacán, Sonora, Morelos, Guanajuato y Chihuahua, es decir prácticamente la mitad del territorio nacional, tendrán tazas anualizadas de 50 o más víctimas de homicidio intencional por cada 100 mil habitantes; realidad descomunal, si se toma en cuenta que, por ejemplo, Finlandia, Islandia y Noruega tienen registros de tres o menos víctimas por cada 100 mil habitantes.
No es exagerado afirmar, amables lectores, que reina el caos en todo el territorio mexicano y los criminales se mueven con plena y total impunidad. Sus prácticas criminales han tocado a la población civil, que desesperada, en varias regiones ha tenido que abandonar sus tierras. La paz se ha convertido en el bien más anhelado para los mexicanos.
Y en lo económico, el panorama nacional no es menos desolador que el de la inseguridad y violencia. El Instituto Nacional de Estadística (Inegi) y el Banco de México (Banxico) han reportado el más complicado escenario inflacionario en tres décadas, lo que ha causado una creciente incertidumbre en los mexicanos sobre su estándar de vida, toda vez que los salarios se han pulverizado ante la creciente alza de precios de los productos de la llamada Canasta Básica.
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Los analistas en materia económica ven un escenario muy complicado para que disminuya la inflación en el próximo año 2023.
Sin embargo, amables lectores, nosotros debemos construir barreras contra el fatalismo. Si bien vivimos momentos inusualmente difíciles, nuestra voluntad debe ser mucho más grande que la adversidad. Históricamente así ha sido, nos hemos sobrepuesto como sociedad a los obstáculos.
La adversidad en seguridad y economía nos señala que es momento de despertar, de crear, de actuar con espíritu férreo y construir las condiciones necesarias para vencer la adversidad. Somos más grandes que las barreras. Somos una nación que nos hemos enfrentado con valentía a desafíos mayores.
Que el año entrante sea de cambio y ese cambio cada uno de nosotros lo debe generar y propiciar desde nuestra trinchera, desde nuestro contexto, sin miedo y con fortaleza. Nuestra familia y muestra nación lo demandan.
El año entrante debemos construir todos los mexicanos las bases necesarias para cambiar el rumbo de nuestro país, retomar el camino de crecimiento que ya se había marcado en años anteriores. Para ello es necesario que la unidad sea la guía para que nuestro esfuerzo tenga resultados favorables en el mediano plazo. Por lo pronto, amables lectores, les deseo que pasen una agradable noche de recibimiento del año nuevo junto con su familia y seres queridos.
Asimismo recomendarles que si planean salir a carretera para visitar a sus familiares, revisen su auto y respeten los niveles de velocidad indicados en los caminos.
Hasta la próxima. ¡Felicidades!