Por Connie Molina
Había una vez Marcela y Federico, durante más de veinte años llevaron una relación de cuento, y sí de cuento y ya van a ver porqué lo digo: siendo una pareja casi ideal, pues coincidían en gustos y costumbres hasta físicamente parecidos, bellos, elegantes, educados, (cómo muñecos de pastel), ambos divorciados y con hijos.
Federico fue el mejor padre para los hijos de Marcela, la mejor pareja de aventuras, el mejor amante, el esposo más comprometido, el más amoroso, una pareja hasta envidiable.
Eran felices y llevaron una relación aparentemente estable, aunque con tres episodios de alarma que se fueron repitiendo cada cierto tiempo, siempre bajo las mismas circunstancias:
Federico se mostraba triste, ausente, desmotivado, su frase era: “el amor es cómo una plantita” ya cuando comenzaba con esto Marcela, sentía qué su mundo se tambaleaba y sí efectivamente; él pedía terminar, darse un tiempo, se iba por dos o tres días, incluso menos, para regresar pidiendo perdón con flores, mariachis, arrodillado, y ya se imaginarán cuanto más, y Marcela volvía a caer rendida.
Hasta que un día … estando por salir a cenar ya dentro del auto, Federico comenzó su frase acostumbrada, sí la de la plantita , en ese momento Marcela furiosa lo enfrentó y le dijo: “pues esta vez no me muevo hasta qué me des una explicación convincente”; Federico al verse acorralado tuvo que confesarle “soy una mujer transgénero, quiero mostrarme como mujer, pero nunca me he atrevido, aunque me gustan las mujeres, también me siento como una”.
Le contó que “desde muy niño, cuando mostraba enfrente de sus padres alguna inclinación, sufrió de golpes y castigos que lo llevaron a reprimir, por miedo y vergüenza, todo lo que sentía”.
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Marcela no podía creer lo que escuchaba, rompió en llanto, mil preguntas pasaban por su mente, pidió muchas explicaciones, quería entender, pero no comprendía, ella nunca lo hubiera siquiera sospechado. Alguna vez, uno de sus hijos le había comentado que, “era extraño que Federico disfrutara tanto al acompañarla de compras a los almacenes de moda”. ¡Pero esto eran palabras mayores!
La pareja se rompió como figuras de azúcar, Marcela lloró por meses, le costó mucho comprender qué Federico no lo hacía por lastimarla, sino buscando al fin su identidad verdadera, ella siguió con su vida después de pasar por un período muy difícil; él valientemente se transformó en una atractiva mujer, a la que no le fue nada fácil enfrentar la lucha por su felicidad.
Según el diccionario “Ser transgénero tiene que ver con la identidad de género. Se define cómo transgénero a la persona que siente que el sexo que se le asignó al nacer no va con su identidad de género o con el género que siente ser en realidad.
¿Qué es una mujer transgénero por ejemplo?
Una persona cuyo sexo asignado es el masculino, pero con identidad de género femenina, es decir que se identifica como mujer.
Continuará…
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