Tuvieron que pasar 200 años para que una mujer sea hoy la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), 200 años.
Hace 61 años la jurista María Cristina Salmorán de Tamayo, fue la primer mujer designada ministra de la Corte, desde entonces, tan solo 14 mujeres han accedido al cargo de ministras del máximo tribunal del país.
Cuenta Leticia Bonifaz en sus redes sociales, quien es integrante del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU, que “cuando la ministra Salmorán llegó a la Corte en 1961, se dijo burlonamente que la Corte se iba a volver de corte y confección. Hoy la preside una mujer!”.
También mencionó Bonifaz: “Y pensar que a principios de los años 60 del siglo pasado no había en la Corte ni siquiera baño para una mujer ministra!”.
Retomo la palabras que en su primer discurso como presidenta de la Suprema Corte dijo la ministra Norma Leticia Piña Hernández: “reconozco la importantísima determinación de la mayoría de este Tribunal Pleno, de romper lo que parecía, un inaccesible techo de cristal”.
Y así es, 200 años después de la fundación de la Suprema Corte una mujer con carrera jurídica, experiencia, méritos propios y capacidades, ocupa el máximo cargo del Poder Judicial.
“Me siento acompañada, respalda, acuerpada por todas ellas, por todas nosotras. Me siento muy fuerte porque sé que estamos todas aquí, nos colocamos por primera vez al centro de la herradura de este Tribunal Pleno, demostrando y demostrándonos que sí podemos”, dijo Norma Piña.
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Y remató: “Agradezco a las que siempre han creído, a las que no se han cansado de intentar cambios que poco a poco arrinconan nuestra cultura patriarcal, honro en este momento, a las que ya no están. Trabajaremos, nos esforzaremos todos los días por una sociedad más justa, más igualitaria, sin violencia contra las mujeres -ese un anhelo- que no les quepa duda”.
Un anhelo que se ha convertido en el de todas, en el de muchas, y el de muchos también. Un anhelo que no es imposible aunque se torne complicado, porque la violencia contra las mujeres cada día tiene diferentes caras y se manifiesta de diversas formas.
Hoy en México once mujeres son víctimas de feminicidio. Mientras yo redacto estás líneas, una mujer habrá muerto por el simple hecho de ser mujer; alguna otra habrá sufrido violencia económica, física, sexual, psicológica, vicaria, política, de género.
Por eso es tan reconfortante y un gran aliciente que hoy una mujer presida la Suprema Corte. Y desde aquí le digo querida ministra presidenta Norma Piña, que no está sola, que desde el Senado también está acompañada, acuerpada, respaldada, porque la sororidad nos une a todas.
Decirle que me sumo al llamado de seguir arrinconando nuestra cultura patriarcal, de trabajar y esforzarnos todos los días por “una sociedad más justa, más igualitaria, sin violencia contra las mujeres”.