Un nuevo año no sólo significa el inicio cronológico de un periodo de tiempo en el calendario, sino que representa una nueva oportunidad de plantearnos metas, objetivos y fines para trabajar en ellos hasta hacerlos realidad, ya sea en lo individual o en lo colectivo.
En este sentido, vale la pena amables lectores, considerar que las condiciones que viviremos como país no serán nada fáciles y por eso mismo, nuestra voluntad y esfuerzo en el ámbito de lo colectivo serán elementos indispensables para sortear los obstáculos en el paso de México hacia su consolidación como país en pleno desarrollo.
Debemos para ello pensar primero que nuestra nación es grande y que los mexicanos, todos, cooperamos a esa grandeza. México no merece estar en donde se ubica cuando nos comparamos con naciones desarrolladas, pero incluso cuando lo hacemos en contraste con países que pertenecen a nuestra región.
Este 2023 es una nueva oportunidad para impulsar el desarrollo que nos hace falta. Plantearnos como metas que no se tolere más encontrar familias en condiciones de pobreza extrema; que sea inaceptable la existencia de la corrupción y la impunidad; que el analfabetismo debe quedar eliminado en todas las entidades federativas.
Que en todo el territorio nacional se debe erradicar el hambre, la desnutrición; que no deben existir indigentes y niños o adultos mayores en situación de calle; que no exista más la violencia familiar ni contra las mujeres; que todos los centros de salud cuenten con el suficiente lote de medicamentos para todo tipo de enfermedades.
Si bien las anteriores son metas difíciles de lograr, hay que plantearse que sí es posible conseguirlas, bajo la condición de que todos debemos hacer lo que nos corresponde; que nos convenzamos y asumamos el compromiso de hacerlo.
Que dejemos de provocar divisiones y polarizaciones; que hagamos del diálogo y el acuerdo los elementos centrales de la política; que practiquemos la generosidad y erradiquemos el egoísmo; que hagamos más obra y menos discursos.
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Para lograr esto, es recomendable inspirarnos en nuestro glorioso pasado como nación descrito en nuestra historia y cultura colosales. Inspirarnos en los mexicanos de talla internacional, en las instituciones centenarias, en el amplio bagaje cultural y de manifestaciones artísticas que hemos heredado al mundo, en el conocimiento y fortaleza de nuestros antepasados, pero sobre todo en el espíritu patrio que nos ha orientado en las luchas emancipadoras para conseguir nuestra libertad como nación.
Es verdad que México tiene una lista de problemas muy serios que entorpecen su crecimiento, la mayoría de los cuales se fundamentan en la enorme desigualdad que nos ha caracterizado, en la pobreza, en la ignorancia, la violencia, la injusticia, la corrupción.
Sin embargo, no caigamos en el fatalismo. Este nuevo año es asimismo la oportunidad de encontrar las estrategias necesarias para abatirlos, mediante un gran esfuerzo de unidad tanto del Estado como de las instituciones gubernamentales y la sociedad en su conjunto.
Es tiempo de rescatar la grandeza de México y anteponer el compromiso colectivo al individual.