La luz del semáforo acaba de ponerse en verde, pero el automovilista que viene detrás ya tocó el claxon para exigir que avances; necesitas girar a la derecha, pero el conductor que va en ese carril te cierra el paso y no te lo permite, es más, te mira retador.
Son situaciones cotidianas en el tránsito, en apariencia absurdas y sin importancia, pero que pueden escalar y terminar mal. Un reclamo, un grito, un insulto y, tal vez, una pelea.
La tensión vial se siente todos los días, desde el punto de vista del peatón, pasajero o conductor.
El tránsito es una caja de resonancia de la cultura cívica, donde los conflictos corren el riesgo de potencializarse y salir de control, donde el comportamiento de la vida cotidiana se lleva al volante.
Hace unos días, en redes sociales se viralizó otro video del actor y conductor Alfredo Adame en una pelea, provocada, al parecer, por un problema vial en la CDMX. No es la primera que protagoniza.
La escena exhibida nos lleva a reflexionar sobre los factores que pueden desencadenar conflictos viales y la importancia de una adecuada gestión de las emociones y el control de la ira.
El respeto al otro automovilista y a las reglas viales, la solidaridad, empatía y tolerancia son aspectos básicos para una sana interacción social en el tránsito.
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La Organización Mundial de la Salud estima que en el 90% de los accidentes de autos el factor humano es determinante, y más de la mitad de los conductores manejan con síntomas de irritación, que suelen expresar sin violencia, de modo verbal, mediante acciones de manejo ofensivo, descargando la ira en otras personas o en peleas.
El enojo es una emoción totalmente normal y manifestarla sin agresividad es la manera más sana de gestionarla.
Ante una situación de conflicto vial es recomendable evitar el contacto visual con el otro automovilista, no bajar del auto ni ceder a las provocaciones y analizar quién tuvo la responsabilidad.
Así puedes tener mejor control del volante y de la ira.