Thomas Filler dijo alguna vez: “La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda”. Comienzo con esta frase por una razón principal: la astucia. El puntualizar las verdaderas cifras de la violencia en nuestro país, en contraposición de algo astuto: maquillar las cifras que se presentan para presumir una supuesta reducción en delitos graves y de alto impacto. Todo es fácil, sólo varía de cómo se presenta la información.
Lo que realmente nos permite alejarnos de percepciones y acercarnos a la verdad es comparar la incidencia delictiva de todo un año o de un periodo. Si se compara la incidencia de los delitos graves sólo con los meses más altos de años anteriores, podemos encontrar incrementos y decrementos por igual… para muestra un botón:
El pasado 20 de febrero, el gobierno dio a conocer las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNP) correspondientes al mes de enero de 2023 y muestran lo siguiente: 2,205 homicidios dolosos y 68 feminicidios. Un arranque de año violento. Ahora bien, podemos elegir presentar la información únicamente comparando con el mes de enero de años anteriores:
1- A enero de 2022 los homicidios fueron 2,063, es decir, en 2023 hay un incremento de 6.4%
2- A enero de 2018 los homicidios fueron 2,172, es decir, en 2023 hay un incremento de 1.5%.
3- A enero de 2015 hubo 1,197 homicidios, es decir, en 2023 hubo un incremento de 45.7%.
Respecto a los feminicidios:
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1- En enero de 2022 la incidencia fue de 80, es decir, en 2023 hubo una reducción de 17.6%.
2- En enero de 2018 se situó en 69, es decir, en 2023 hubo una reducción de 1.5%.
3- En enero de 2015 fue de 32, es decir, en 2023 hubo un incremento de 47.5%.
Y sin meterme en camisa de once varas, respecto a los comparativos de sexenios anteriores, creo que los pronósticos son bastante previsibles. Coincido con analistas y expertos que afirman que la violencia feminicida y homicida baja en algunos meses y que sube en otros, pero la tendencia general es al alza. Hay incrementos, decrementos y, por supuesto, cifras negras.
Lo que sí es que no puede ser pretexto oficial el no combatir la delincuencia de frente por estar “concentrado en atacar las causas”. Si bien esa máxima criminológica es más que óptima para combatir la delincuencia, no menos cierto es que tampoco hay una estrategia integral, profesional y multifactorial por parte de este gobierno para hacerlo. No es cierto que evadiendo a los delincuentes se está combatiendo a la delincuencia criminológicamente, al contrario, sólo se demuestra con ello una estrategia fallida.
En fin, ese es el gran problema de todo esto. El gobierno sigue y sigue presentando cifras que compara con los meses que le conviene para demostrar que la violencia está disminuyendo. Y sí puede que los homicidios dolosos y feminicidios se reduzcan o incrementen de un mes o de un año a otro, pero la realidad es que la ola de violencia está creciendo. Este es el sexenio que se perfila como el más violento en la historia de México.
En este Estado fallido la delincuencia está sembrando terror entre la ciudadanía. Lo que los delincuentes han demostrado es que pueden más que el mismo gobierno y que son impunes ante la Ley. Al cabo que lo que sobran son los abrazos, a pesar de tantos balazos.
Pero a este nivel, el problema es sistémico y multifactorial: requiere sumar esfuerzos de todos los sectores de la sociedad. La inseguridad es el cáncer a combatir, y ya no veo más esperanza que la unidad, el consenso y el contribuir con diagnósticos, mesas de diálogo y estrategias, sobre todo con la policía como primer frente de batalla ante hechos delictivos. Tienen también que destinarse mayores recursos a los programas de seguridad pública, en aras de tener una mayor capacitación y profesionalización de las fuerzas del orden.
Así que por más astutamente que se presenten los resultados, no podemos dejar escapar la realidad. Más allá de culpables o de ineptitudes anteriores, debe atenderse de forma urgente esta matanza que deja sin esperanzas y sin tranquilidad a las familias mexicanas.
Y como colofón, como si no fuera suficiente con las cifras del SESNPS, también fueron desgarradores los resultados presentados por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A. C., ya que expuso que 9 de las 10 ciudades más violentas en el mundo están en México. A continuación, señalo las primeras 10 con su correspondiente tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes:
1.- Colima – 181.94
2.- Zamora – 177.73
3.- Ciudad Obregón – 138.23
4.- Zacatecas – 134.62
5.- Tijuana – 105.12
6.- Celaya – 99.64
7.- Uruapan – 78.26
8.- Nueva Orleans – 70.56
9.- Cd. Juárez – 67.69
10.- Acapulco – 65.55
Hasta la próxima….