Por supuesto que sí, ya que toda la fuerza del Estado se debe centrar en combatir de manera frontal y por todas las vías a la delincuencia organizada, no sólo por sus efectos nocivos para la salud, sino porque, en sí mismo, se trata de la comisión de delitos contra la salud, así como financieros por el impacto que tiene en lo que coloquialmente se denomina lavado de dinero.
Además, ni de un lado ni de otro se trata de confrontar sino de construir como siempre se ha hecho con los Estados Unidos de América y nuestra posición como socios comerciales preponderantes que comparten frontera y que deben implementar medidas de contención del delito en ambos territorios sin vulnerar, bajo ninguna circunstancia, la soberanía.
No queda duda que el principal pendiente de la actual administración es el combate al crimen organizado, ya que las estadísticas de la comisión de delitos en el país no han sufrido una baja considerable, lo cual resulta preocupante si consideramos que estamos a nada de que acabe el sexenio y aún no podemos brindar paz al pueblo de México.
De parte de los EUA también requerimos políticas públicas decididas a que el consumo de drogas como el fentanilo se combatan en todos y cada uno de los estados porque en ellos fluye el tránsito, si se quiere ver así, al menudeo de una droga que ha resultado sumamente dañina, aunado a la proliferación de armas de asalto que debemos de meditar sobre su pertinencia en la venta generalizada.
Así las cosas, hay pendientes de ambos lados cargándose más del extremo mexicano porque es donde se genera la elaboración, tránsito y venta de drogas por medio de cárteles sumamente poderosos y que, en medida de que no se combata, la fortaleza se incrementara en términos financieros.