Al ser el fentanilo una droga cuya fabricación implica de elemento que provienen de diversos lugares se requiere necesariamente de la participación de las autoridades de los países en que se producen y por donde transitan esos elementos y, por supuesto, de los sitios en que se consume.
México como país de paso de dicha droga está haciendo un gran esfuerzo para evitar que nuestra nación sea señalada como lugar de origen y que el negocio que se hace con el comercio de esa sustancia ilegal no impacte en el tema de la seguridad y la violencia que nos aqueja.
Todos los países tienen la obligación de trabajar en coordinación para combatir ese flagelo social. Es fundamental que desde el espacio donde el consumo es más alto se lleven a cabo las acciones necesarias para reducirlo de manera drástica.
Es indispensable que los gobiernos de los países afectados, en este caso México y Estados Unidos colaboren y se pongan en marcha estrategias conjuntas.
Así está sucediendo como lo demuestra la visita reciente de la asesora del Presidente Biden a nuestro país, para conversar con el Presidente López Obrador y definir los pasos a seguir.
Con toda claridad, nuestro gobierno ha dejado en claro que es indispensable actuar en dos cuestiones fundamentales.
De manera simultánea hay que buscar trabajar con los consumidores, combatir a quienes distribuyen esa sustancia y, por supuesto, impedir el tráfico de armas en nuestro país para reducir la violencia que lamentablemente genera.
La atención del problema del fentanilo exige acciones coordinadas e integrales las cuales se podrán construir mediante el diálogo y el acuerdo entre gobiernos.