Opinión

Procrastinación: “mañana, mañana, no hoy”

Procrastinación: “mañana, mañana, no hoy”
Procrastinación: “mañana, mañana, no hoy” Ilustración: Beate Heimes

Por Beate Heimes

La vida es un espacio de procesos creativos. Desde el despertar matutino hasta acostarnos en la noche, recordando cada momento de nuestros días, nos damos cuenta: cada instante tiene sus peculiaridades. Proyectos, eventos, trabajos, ocio, etc., surgen de un instante creativo, aunque luego éste se sumerge en la cotidianidad por repetición, dejando de reconocerlo como creación.

Nos acostumbramos, se convierte parte de nuestro día, como manejar el auto al trabajo, quizá es una actividad non grata, pero difícilmente la dejaríamos de hacer.

Hay situaciones que preferimos no vivir o pasar. Me imagino: todos hemos eludido algo incómodo posponiéndolo; los niños cuando no quieren lavarse los dientes porque marca el fin del día, del juego y de la diversión.

Como consecuencia, puede aparecer una caries, dolorosa afectación muy molesta. Los que nunca han sentido el dolor de muela, difícilmente entienden por que los papás insisten tanto en esta higiene.

Ponerse metas en la vida requiere creatividad y acción. Si falta la energía para comenzar, desarrollar o terminar este proceso, y eludimos el acto, entra la procrastinación al escenario.

Existen variadas razones. Hoy hablaré de la procrastinación por perfeccionismo. Al inicio me sorprendió la relación, pensé: la persona perfeccionista desborda motivación por hacer las cosas “bien”.

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Sin embargo, pronto descubrí, se pueden poner metas elevadísimas, que es imposible alcanzarlas y, por lo tanto, la ansiedad puede crecer de manera superlativa. La persona afectada, no logra poder comenzar, desarrollar o finalizar su proyecto. El Ideal del Yo puede ser tan alto, que es inalcanzable.

Las expectativas propias tan exigentes pueden causar pensamientos en el sujeto como: “No estoy suficientemente preparada; debo estudiar la maestría, el doctorado, antes de poder dar consulta como médico”, “Es demasiado difícil, soy débil, no puedo”, “Nunca puedo presentar mi trabajo, es demasiado feo”. Estas luchas internas acaban con la energía disponible para la acción de comenzar, de seguir o de terminar.

Conocí a un artista muy talentoso, que tenía todos los días nuevos proyectos. Era hábil y rápido con el dibujo. Al momento de pintar en el lienzo comenzaba con mucho entusiasmo.

Cuando el espectador pensaba que ya estaba terminada la obra, el pintor comenzaba corrigiendo, cambiando, encontrando errores, y en los peores momentos, volvía a pintar todo de blanco, mencionando que la obra era de pésima calidad, lejos de ser perfecta: sólo él tenía esta impresión.

Ahí la procrastinación no se relaciona con pereza o flojera, sino con un imaginario de perfección que no existe en la vida real, predomina la ansiedad por no alcanzar la perfección. La pregunta es: ¿y las consecuencias? Posiblemente habrá algo similar a una caries: Malestar interno, culpa de no poder, dolor e inflamación físico y psíquico.

Disminuir la presión sobre uno mismo puede ser un camino benéfico, la acción, sacudirse el miedo con la ayuda de seres queridos o terapeutas profesionales pueden ser una forma de salirse de la gran pretensión de querer ser perfecto.

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