Durante la pandemia, a principios de 2020, cuando hubo un cese en gran cantidad de las actividades productivas no esenciales en el país y en el mundo entero, la inflación no era un factor de alarma, pero ahora sí lo es.
En medio de crisis por la pandemia, aún en el 2021, la inflación ya había empezado a mostrar sus colmillos. Se estableció completamente en el 2022, en la postpandemia, así se mantuvo y creciendo de manera lenta, pero sostenida durante todo el 2022 e, incluso, los primeros dos meses del 2023, pero ¡oh sorpresa!, en marzo presentó el primer retroceso, y bajó de los 7 puntos situándose en 6.85%.
El dato reportado por el autónomo Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) es el más bajo desde octubre del 2021, cuando la inflación alcanzó un 6.24%, de igual manera, quedó por debajo del estimado de analistas consultados, quienes esperaban una inflación de 6.89%. Esta baja en la inflación fue debido al retroceso en los precios del Gas LP, el cual 70% de la población usa de manera cotidiana y también fue motivado por la baja en algunas verduras.
También en marzo del año pasado, fueron notables las disminuciones en los precios de las carnes de cerdo, res y pollo, pero el huevo, que es parte muy importante de la dieta de todas las familias, sobre todo las de menores ingresos, no ha disminuido... al contrario se ha seguido incrementando.
Sin embargo, la percepción es diferente. La confianza de los consumidores mexicanos cayó por primera vez en marzo de este año, al disminuir 0.3 puntos en comparación con el mes previo, según el INEGI.
La visión sobre la situación económica en la expectativas de los mexicanos solo creció 0.1% y la expectativa de la situación económica de los hogares para el año siguiente disminuyó 0.1 % en la comparación mensual; en cambio, la capacidad de compra de bienes de consumo duraderos, electrodomésticos y muebles, la confianza disminuyó 2.1% con respecto al mes anterior.
El resultado de marzo sucede después de seis meses de incrementos en la confianza de los consumidores nacionales.
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Al momento de escribir esta columna, el presidente anunció una conferencia con 10 mandatarios de países de América Latina, para discutir la propuesta que hizo en marzo para conjuntar esfuerzos en una alianza económica y comercial, para controlar la inflación. “Vamos a hablar básicamente sobre cómo intercambiamos alimentos, comercio de alimentos, de materias primas, para enfrentar en unidad el problema de la inflación, para bajar los precios, para enfrentar la carestía”. Eso que quiere hacer es con países con los que no tiene comercio significativo: Cuba, Nicaragua, Honduras, Venezuela…
Pero si con alguien debiera hacer eso debiera ser con sus pares estadounidenses y canadienses, por el gran flujo de productos que vienen y van por parte de los países que integran el tratado de libre comercio más importante del continente.
Esperemos que le plática que sostenga no se quede en buenas intenciones o meras prácticas demagógicas.
Los esfuerzos realizados desde la administración federal han tenido un efecto apenas perceptible en controlar la inflación, el mantener el subsidio a las gasolinas solo ha ayudado a las familias que poseen un vehículo, por lo que, al menos la población más vulnerable no se ve socorrida por ello. Lo que debe hacer en lo posible es ayudar a las empresas a mantenerse, sostener bien las finanzas y controlar las tasas de interés.
El Banco de México se tendrá que aplicar en tratar de contener al máximo el aumento de las tasas de interés, manteniendo las tazas en el mínimo posible y que no provoque fugas de capitales.
Los esfuerzos del gobierno federal han sido marginales, francamente sin ningún efecto sensible sobre la disminución de la inflación. Se justifican los gasolinazos con la inflación, pero ello sólo evidencia sus mentiras. La crisis económica y financiera es producto del mismo régimen arraigado al poder: derrochando recursos en obras faraónicas y manteniendo privilegios para unos cuantos