De no tomar medidas de manera inmediata, y solo esperar soluciones mágicas, que por supuesto nunca vendrán, México estará al borde de un colapso de consecuencias terribles en materia ambiental y para la salud de millones de personas, ocasionados por la generación desmedida y sin control de desechos sólidos peligrosos, incluyendo los radioactivos.
No existen a la fecha suficientes lugares seguros para su confinamiento, situación que como sociedad nos coloca en el filo de la navaja para la seguridad sanitaria del país.
El problema, amables lectores, es muy grave y ya el Servicio Geológico Mexicano (SGM) alertó sobre ello. En su análisis, indica que la generación de desechos peligrosos ha ido en crecimiento sostenido: hace casi una década, se producían 59.9 toneladas por minuto de este tipo de residuos, mientras que ahora los mexicanos generamos 73.9 toneladas por minuto.
Si de suyo, este crecimiento es alarmante, más lo es el limitado conocimiento del tema y las escasas acciones concretas, tanto de las autoridades como de la iniciativa privada, para promover un correcto ordenamiento territorial con el objetivo primordial de gestionar el destino final tanto de los desechos peligrosos como de los radioactivos ante su incremento y el manejo de una gran diversidad de materiales que los componen.
Esto es básico, afirman los especialistas, para tomar decisiones respecto del cuidado y preservación de la flora y la fauna del entorno natural, pero sobre todo de proteger la salud de los mexicanos.
Asimismo, amables lectores, el SGM hace una reflexión importante en el sentido de que la sociedad civil también debe estar involucrada activamente en el manejo de estos residuos, cuestión que, a su juicio, deja mucho que desear.
Indica este organismo que dentro de las prácticas que realiza la población para deshacerse de estos desechos, la quema encabeza la lista, seguida por el depósito en tiradero a cielo abierto, “lo que tiene consecuencias desastrosas que provocan condiciones de alto riesgo para la salud y el medio ambiente, ya que la fuga de lixiviados, afirma el SGM, hacia el suelo, cuerpos de agua o acuíferos, implica contaminación, de la misma forma si se operan cerca de aeropistas, caminos, comunidades, o dentro de los límites de áreas naturales protegidas”.
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Una de las medidas para disminuir los riesgos por este tipo de desechos que propone el Servicio Geológico Mexicano es llevar a cabo un proyecto de inversión para aumentar el número de sitios en todo el territorio nacional para su confinamiento, pues a la fecha sólo existen en seis entidades federativas con este tipo de lugares: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Veracruz, Nuevo León y Guanajuato.
Comenta además el SGM que para confinar los residuos radioactivos, la situación es mucho más complicada, ya que México sólo tiene un lugar de este tipo, que por razones de seguridad su ubicación no se da a conocer.
Entonces amables lectores, como indica este diagnóstico del SGM, hay que apoyar un urgente programa de inversión para la implementación de suficientes lugares de confinamiento seguro a lo largo del territorio para desechos peligrosos y de esa manera evitar un colapso al ambiente y a nuestra salud, ¿no les parece?
Hasta la próxima.