Lamentablemente no podemos contradecir los hechos. Lo que sucedió recientemente en la frontera norte de nuestro país es la muestra de que el tema migratorio va o debe ir más allá de temas políticos o económicos, que no es una pugna entre dos países y que, implica temas laborales, sanitarios, de seguridad y de temas que implican seres humanos.
Tanto los protocolos como los lineamientos y la normatividad tiene que revisarse a fondo como algo impostergable por países como México y Estados Unidos de América y, desde luego, por países de Centroamérica y el Caribe dadas las circunstancias qué se viven día a día en que las movilizaciones humanas son como oleadas de gritos en ayuda permanente por la situación que viven en sus países.
Sí, debe haber sanción a quienes resulten responsables para mantener el Estado de derecho, sin embargo, en estos casos lo más importante es la garantía de la no repetición qué deben absorber los estados que se involucran en estos fenómenos qué laceran la confianza, que duelen a la sociedad y que van a aparecer nuevamente si no se toman medidas efectivas qué ataquen las causas de esas grandes movilizaciones donde da lo mismo perder la vida a quedarse sufriendo en sus lugares de origen.
Falta mucho por hacer en el tema migratorio y las pláticas, cumbres y encuentros terminan en poco o nada y buena parte de ello es porque se ha endilgado a nuestro país una responsabilidad compartida qué, cuando genera beneficios sí es un tema bilateral, pero cuando se llega a tragedias como las vividas el apoyo es nulo.
Esta vez requerimos de Unión para tratar con dignidad a los migrantes; para construir esquemas productivos en toda Latinoamérica y para evitar una dependencia al norte qué suele cobrarse caro. Es momento de no hacer uso político de una situación tan lamentable y empezar a construir propuestas tangentes.