Se acaban los días de la Semana Santa y pronto regresaremos a la rutina del trabajo y la escuela. Antes, y ahora, es importante insistir en las recomendaciones de seguridad que pueden prevenir un delito y un mal rato.
Cada periodo de asueto hago la misma petición y no creo que dejaré de hacerla mientras tenga la oportunidad de comunicarme con otros ciudadanos: subimos mucha información personal -y en tiempo real- sin fijarnos a redes sociales.
Eso le ha permitido a la delincuencia en el ciberespacio lograr ubicarnos y también saber cuando estamos ausentes de nuestros hogares, el escenario perfecto para cometer un robo a casa habitación.
Sin embargo, ese no es el único delito que puede llevarse a cabo gracias a la falta de seguridad en las redes, en el correo electrónico y en las aplicaciones que tenemos cargadas en los teléfonos móviles.
Múltiples datos que pueden extraerse con programas informáticos que son cada vez menos complejos, ayudan a los cibercriminales a descifrar contraseñas, robar imágenes e incluso suplantar la identidad de una persona para obtener claves y contraseñas.
Mientras uno pasa varios días en algún sitio turístico, miles de pesos en compras se pueden cargar a una tarjeta de crédito que ni siquiera está físicamente en las manos de un delincuente.
Es un asunto de obtener los datos necesarios de cuentas que no están protegidas y de usuarios que comparten demasiado para lograr una reacción de una comunidad cada vez más grande y que es incentivada por la ilusión de que pueden influir, establecer tendencias y lograr una remuneración económica de algunas plataformas.
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Los llamados “influencers” son un puñado de personas con un gran público, pero lejos de ellos hay miles de individuos que pelean por la atención en internet y no la consiguen.
En medio, a un lado y al otro, hay criminales que se organizan para simular desde venta de automóviles, hasta fraudes con depósitos de ahorradores que confían en su “experiencia” en materia financiera.
Los casos se multiplican todos los días y es en plena temporada vacacional que modus operandi específicos sirven para afectar a miles de mexicanos.
El principal reto es que no hay coordinación entre las instituciones de crédito, las plataformas, las empresas que ofrecen bienes y servicios y millones de usuarios que pocas veces leen las condiciones de seguridad de sus propias cuentas, ya no digamos los términos y condiciones de los sitios o aplicaciones que visitan durante horas.
Hemos avanzando mucho en la formación de policías cibernéticas y científicas que combaten delitos en los rincones de la red, pero sin la ayuda de la gente afectada y de la sociedad en su conjunto, se vuelve una lucha desigual en la que los delincuentes tienen una protección que inicia con sus propias víctimas.
Olvidemos un momento algunos de los timos más recurrentes a la hora de tratar de extorsionar e intimidar por teléfono, éstos se han adaptado a cada canal de comunicación electrónico que está disponible, incluyendo videojuegos, consolas, dispositivos y cualquier aparato que pueda tener acceso a datos que solo son nuestros.
La prevención, en asueto o durante nuestras actividades cotidianas, debe volverse un conjunto de comportamientos que derive en una cultura que le cierre las oportunidades a los criminales, se encuentren en el mundo real o en el virtual.
Cientos de mensajes son intercambiados en segundos con información que no sabemos a dónde llega, ni a qué manos.
La mudanza de la delincuencia real al mundo del ciberespacio es un hecho y, aunque no sea en este momento nuestra principal preocupación comparado con la reserva que podemos sentir en las calles, no podemos cerrar los ojos ante una transformación de muchos delitos hacia espacios en donde es más fácil actuar, esconderse y obtener ganancias con apretar unas cuantas teclas.
Recordémoslo antes de subir la siguiente fotografía, el video o el número de días que estaremos disfrutando lejos de nuestro hogar.
Y en el caso de la información personal en línea, que hoy es toda, jamás apretemos la opción de compartir hasta no saber que estará en las manos correctas.