Ocuparse vs. emplearse

Ocuparse vs. emplearse
FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

Una de las preocupaciones que provoca la tecnología es el desplazamiento de empleos por muchas de las funciones que podrían automatizarse. Con ejemplos variados, unos más claros que otros, la sustitución de trabajadores por plataformas o programas informáticos comienza a causar una ola de dudas acerca de qué tan necesarios serán algunos oficios o profesiones.

Por otro lado, hay una tendencia mundial, adoptada ya en México con la reciente aprobación de la semana laboral dividida en cinco días de trabajo por dos de descanso, para adaptar el empleo a otras actividades humanas a las que les hemos arrebatado tiempo por la necesidad de ingresos y de la construcción de carreras profesionales en un mundo que se nos dijo se había vuelto muy competitivo.

Los años que pasamos en pandemia, la cual todavía no termina, exhibió la debilidad del modelo de trabajo que seguíamos desde hace más de cincuenta años e hizo surgir varios nuevos como el teletrabajo, las contrataciones remotas de talento y un movimiento internacional en el que miles de empleados decidieron que ya era suficiente de manejar varias horas de la casa a la oficina o pasar ese tiempo en el transporte público, para buscar otras alternativas de subsistencia que les dieran la oportunidad de recuperar hábitos, aficiones y hasta espacio con sus familias.

Aunque parece que las cosas han regresado a la normalidad, los anuncios de oficinas disponibles son hoy un elemento más de un paisaje urbano que recuerda constantemente que la idea de éxito podría no estar ya en un cubículo esquinado del piso 20.

Poder contar con el dinero suficiente y el tiempo para disfrutarlo es la nueva meta de millones de mujeres y hombres en edad productiva. Si generaciones anteriores empezaron a dudar de su lealtad corporativa, los “centennials” (como los llaman ahora) parecen no tener ninguna intención de “ponerse la camiseta” de nadie y menos tatuarse un logotipo empresarial como demostración fidelidad laboral.

La inteligencia artificial de la que hemos conversado en otros artículos solo ha acentuado la visión de que miles de plazas serán obsoletas, porque un robot podrá hacer lo mismo o mejor. No saber cómo funcionaría algo así despierta un debate internacional que se esparce rápidamente.

James Suzman, en su libro “Trabajo”, hace un recuento histórico acerca del origen de la actividad productiva a lo largo de los siglos. Trabajar inició como una necesidad para obtener los alimentos para la familia o la persona y hasta ese punto concluía para dedicar el resto del día a otras tareas; luego se volvió un intercambio entre quien controlaba la tierra y la mano de obra que requería para hacerla producir a cambio de un beneficio.

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Hasta que se convirtió en un sistema de producción de bienes de consumo o de servicios que demandaba personal con diferentes grados de especialización para atender las diferentes funciones, algunas con mayor responsabilidad que otras, de lo que ahora conocemos como empresas.

Sin embargo, si todos encontráramos un puesto de trabajo en los grandes centros urbanos ¿quién haría lo que corresponde para sembrar y cosechar los alimentos que necesitamos, por ejemplo? Con muchos matices y más ángulos, el debate sobre ocuparnos y emplearnos está modificándose a cada momento.

Quienes piensan que jornadas laborales más cortas abrirían la oportunidad de una sociedad con tiempo suficiente para convivir, entretenerse, ejercitarse y colaborar, no se equivocan; solo que eso depende de contar con los recursos suficientes para cubrir las necesidades básicas de hogar, alimentos, ropa y sustento.

Estar ocupados científicamente nos ayuda a desarrollar nuestras capacidades mentales y físicas para conseguir una vida prolongada y en buenas condiciones.

El régimen de trabajo de lunes a sábado, con desplazamientos de varias horas hacia el lugar de residencia, ha deteriorado precisamente esa ocupación y la ha sustituido por sobrevivencia. Estar empleado no ha sido la solución muchas veces para millones de personas en el mundo.

No obstante, quedarse sin un empleo digno tampoco es garantía de que podremos ocuparnos en otros asuntos o actividades; al contrario, el trabajo es un medio para crecer, desarrollar habilidades y proveer.

Tal vez lo que suceda es la aparición de un modelo en el que el equilibrio y la disponibilidad de tiempo se vuelvan las prestaciones más atractivas de cualquier vacante, mientras algunas de las tareas menos atractivas de un trabajo las desempeña un programa informático.

Solo que primero, debemos alcanzar esa igualdad de oportunidades que le permita a miles de personas contar con un puesto digno y estable. De ahí partimos hacia todo lo demás.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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