Cuando llegó el momento de elaborar las quince canciones que componen Prismarama, mi tercer disco solista, tuve un desafío que cambiaría para siempre la esencia de mi música.
Mi pareja tuvo algo que ver con esto. Marga me ha acompañado en el proceso de varios discos, y me dijo que había notado cómo cambiaban mis canciones cuando pasaban por las manos de un productor. Me sugirió que tal vez debería hacer algo para cambiar eso”.
Fue en ese momento en el que decidí proponerme un reto muy particular: producir mi propio disco por primera vez.
“El comienzo de esta aventura fue tratar de que mis demos terminaran siendo las canciones del álbum tal cual, sin que nadie me reinterprete”, explica Larregui. “Hubo un momento en el que llamé a unos cuantos amigos y productores cercanos. Necesitaba que me dieran su opinión para darme coraje o destruirme. Pero su crítica fue positiva. Seguí hacia adelante, y terminé creando el disco más íntimo de mi carrera”.
El resultado final emana un brillo singular, como si fuera un ritual místico. Prismarama desde los climas nocturnos y la lánguida vibra funk de Amantes hasta el suntuoso synth-rock de Su majestad la eternidad y la suavidad acústica de Holidays —con letra en inglés y español— el disco ofrece un inmaculado compendio de melodías inspiradas y atmósferas cosmopolitas. Un disco influenciado por los viajes de Larregui a través de Francia y España, pero al mismo tiempo profundamente latinoamericano en su cosmovisión y sensibilidad.
Este disco es diferente a los demás por la forma en que construí las canciones. En la etapa inicial, toqué casi todos los instrumentos: líneas de bajo y guitarras; arreglos de ‘sintes’ y teclados. Después llegaron al estudio músicos talentosos que metieron su groove y experiencia. Ha sido un viaje hermoso hacer las canciones exactamente como yo las escuchaba en mi cabeza.
El viaje no fue solamente interno. Como lo había hecho con mis dos primeros trabajos solistas, decidí grabar Prismarama en París.
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Mi primer disco lo grabé ahí, con Adán Jodorowsky como productor. Y el segundo también, en un estudio llamado Hippocampus. Hay un romanticismo, una relación de amor con esa ciudad en cuanto a mi aspecto solista. Es como regresar a un lugar donde suceden cosas mágicas y donde hay belleza por todos lados. La luz tiene algo especial en París a toda hora, y eso se siente cuando llegas. Algo cambia en mí cuando estoy ahí, y me da un montón de energía.
Mientras que las estructuras musicales del disco se nutren de géneros clásicos como la psicodelia, el synth-pop y el rock gótico —paisajes sonoros que aparecen tanto en la música de Zoé como en la de Larregui solista— las letras del álbum hablan del ahora, del procesar las emociones contradictorias del pasado más reciente.
Las canciones tratan de las cosas que vivimos en estos años. Hay una que habla sobre la experiencia del confinamiento y otra sobre cómo está cambiando el mundo a cuanto a la información y lo digital. Hay historias de amor y de desengaño. El disco tiene muchos aspectos; por eso lo llamé Prismarama. Así como un prisma separa la luz blanca en sus diferentes colores, este disco tiene un montón de tonalidades distintas. En este caso, yo sería el prisma y los colores son emociones, que al final terminan reflejando diferentes aspectos de mí mismo. Esta vez tardé muchísimo en encontrar el título. Fue como un rompecabezas, que además incluye algunas letras en inglés o spanglish. Como mi pareja es estadounidense y estoy todo el día hablando español o inglés, me pareció natural reflejarlo en el álbum.
Las cartas del tarot también fueron un elemento importante a la hora de crear.
Cada día, antes de empezar a trabajar, sacaba una carta distinta. No utilicé el tarot como una herramiento de lectura como tal, porque no sé leerlo. Más bien la carta elegida era una brújula que me daba inspiración. El camino a seguir en cuanto a las emociones de la música, que en ese momento no tenía letras aún. Las letras siempre las agrego al final.
Lo que más llama la atención de este nuevo disco es la intensa belleza de sus melodías; la poesía de todos sus momentos. Prismarama es como una lluvia de estrellas.
La belleza formal del álbum surge de una manera inconsciente. En un momento en el que estamos llenos de cosas que nos oprimen o nos dan tristeza, buscar la belleza y compartirla es parte del compromiso de todo artista. Más que entretener, busco llegar a un lugar que tenga substancia, porque en esa sublimación te puedes encontrar con las cosas divinas. La música nos permite una conexión que va más allá del tiempo y el espacio. Es una búsqueda espiritual.