Opinión

Y que tus alas sean muy fuertes…

Edith Márquez. (Foto: Cortesía Prensa Danna.)

Hay una historia que me encanta de dos artistas que aprecio mucho: el 10 de diciembre de 1994 Jorge Drexler y Joaquín Sabina vivieron una noche que cambiaría la vida del uruguayo.

Jorge, médico en ese entonces, había sido invitado para abrir los conciertos de Joaquín en Montevideo. Después de eso se fueron de bar en bar toda la noche, en la que Sabina se dedicó a contar anécdotas y a convencer a Drexler de que, gracias a su gran talento, debía dejar todo para probar suerte en España.

Esta historia quedó inmortalizada de dos maneras: por medio de una fotografía tomada en el Bar Lobizón y a través de la canción “Pongamos que hablo de Martínez”, el homenaje que le hizo Jorge a Joaquín. Les recomiendo que la busquen, si es que no la conocen. No puedo imaginar el privilegio de tener un mentor como Joaquín Sabina para tu carrera.

Aunque sé un caso que los va a sorprender aún más: el de Edith Márquez y Vicente Fernández. Edith me contaba que tuvo el placer de poder compartir escenario con el gran Chente, abriendo sus conciertos, pero que Vicente siempre la anunciaba como invitada especial.

“Nunca me sentí la telonera, era un hombre sencillo”, me dijo “Tuve el honor de que me dejara cantar con él y para mí fue un maestro. Era impresionante su manejo del escenario y del público; incluso cuando había peleas en las gradas me enseñó cómo calmarlas. Casi no hablaba, cantaba una tras otra, y yo trato de seguir lo que me enseñó”.

Edith aprendió los secretos de Vicente Fernández “Por ejemplo, cuando daba una nota muy alta se plantaba en el escenario y luego avanzaba. Además era el primero que se subía al escenario, antes que todos, antes que el mariachi incluso. Para mí fue muy doloroso cuando se fue, me regaló su micrófono, el que usaba siempre y, aunque está abollado, lo conservo en mi casa como si estuviera en un museo”.

Tener como mentor al “Charro de Huentitán” es un honor que muy pocas personas tienen, pero Edith también aprendió de otros grandes: “Marco Antonio Solís es otro hombre muy sencillo.

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Cuando le pedí que cantáramos ‘Como fui a enamorarme de ti’ me dijo que me quedaba mejor ‘Como tu mujer’ ¡El hecho de estar con él en un estudio fue muy especial!

Con Enrique Guzmán también fue maravilloso ¡O Yuri! Una artista que admiro desde siempre y créeme que ver mensajes de ella en mi teléfono es increíble”.

¿Qué les dejas a las nuevas generaciones?, le pregunté. “Primero, les dejo mi música”, me contestó. “Un consejo que les doy es que no se dejen impresionar. La carrera artística es como una casa, tiene que tener los cimientos muy firmes. A mis hijos les digo que mi misión es que sus alas sean muy fuertes porque cuando emprendan el vuelo va a haber mucha gente que los va a querer tirar”.

Y eso me encantó, porque en esta carrera, como en la vida, si no quieres que un huracán o un tornado te tire, lo importante es eso: que tus alas sean tan fuertes, que nadie te derribe. Edith está haciendo eso con la siguiente generación y es increíble. Es el ciclo natural: la que alguna vez fue alumna, hoy se convierte en maestra.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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