El visor del mundo

La cuestión es el balance entre el futuro y el presente.
La cuestión es el balance entre el futuro y el presente. Foto: (Especial)

A un precio considerable para la mayoría de las personas, pero con unas altas expectativas para los usuarios de la tecnología, una de las compañías más relevantes de la industria lanzó al mercado su nuevo dispositivo. Se trata de un visor por medio del cual se podrá consultar la red, ver películas, tomar llamadas, entre otras funciones que prometen mantener ocupada nuestra vista a través de la realidad aumentada.

Con el objetivo de colocarse a la vanguardia de un sector muy competido, la empresa puso a la mano muchas funcionalidades que solo requieren poner los ojos en una pantalla adicional a las que utilizamos todos los días.

Las reacciones de sus fieles usuarios y las del resto de los posibles consumidores no fue lo que se esperaba, o no tanto como los memes y las bromas digitales que provocó un diseño que francamente era bastante común. En un mundo en peligro por los nuevos alcances de la llamada Inteligencia Artificial, la aparición de un visor que a simple vista no tiene diferencias con uno para bucear, no parece exactamente una innovación.

Sin embargo, abre el diálogo acerca de la dirección que toma la tecnología de uso cotidiano en nuestras vidas y cómo seguimos en la tendencia de intentar construir una inmersión, en lugar de abrirnos a formas de convivencia directa.

Muchos de los estudios que se elaboran para encontrar rasgos distintivos en cada generación demuestran que el contacto entre personas ha disminuido; la pandemia agravó este fenómeno y las nuevas tecnologías estarían contribuyendo a que veamos el mundo por medio de la virtualidad. No soy pesimista por ello, en otros momentos de la historia no éramos lo que se dice sociables, nada más es importante ponerle límites a la lejanía.

El aislamiento, lo ha demostrado la psicología, es una condición que va en contra de nuestra naturaleza y provoca daños a la salud mental y física; somos una especie que necesita vivir en comunidad e intercambiar ideas, sentimientos y emociones, para crecer.

Entiendo la preocupación de mamás y papás por el tiempo que se dedica a los dispositivos móviles, como también lo hago con ese comportamiento de los más jóvenes para trasladar gran parte de su tiempo a escenarios digitales en los que interactúan con una solvencia en la que el contacto físico pasa a un segundo plano.

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De nuevo, la cuestión es el balance entre el futuro y el presente. Cada avance tecnológico debe ser una herramienta que se utilice para construir mejores condiciones de vida para todos y no solo instrumentos para entretener o incluso distraer de los verdaderos asuntos a los que les tenemos que prestar atención.

En la omnipresencia de los teléfonos móviles, hemos padecido los malos hábitos sociales que provoca el hablar mientras se conduce un automóvil o la pérdida de comunicación familiar en mesas en las que cada integrante está absorto frente a su pantalla. Ahora imaginemos cómo serán esas comidas o cenas cuando traigamos visores.

Por sí mismo un dispositivo, una aplicación o un programa informático no representa un peligro; pero sí lo hace su mal uso. Una regla básica de nuestros tiempos es vivir tranquilos, jamás pasivos; una sociedad que no está al pendiente de lo que la afecta y tampoco de lo que puede hacer para remediarlo lo único que logra es apartarse y ya hemos compartido en muchas ocasiones que una ciudadanía separada es el terreno ideal para cualquiera que esté interesado en hacernos daño.

Espero que estemos lejos de salir a la calle y tropezar con otra persona por estar consultando un correo electrónico en la pantalla del visor o que ocasionemos un accidente porque estamos revisando las imágenes del partido de nuestro equipo favorito mientras esperamos el cambio de luces del semáforo. Nada en contra de facilitar las cosas y emplear el conocimiento para abrir más oportunidades, solo que los últimos productos que hemos desarrollado están pensados para olvidar las inconveniencias de la vida y no a plantear maneras en las que las podamos solucionar juntos.

Es como mirar detrás de una ventana lo que sucede fuera. Nunca tendremos la misma perspectiva, ni el mismo entendimiento del mundo y de nosotros, si no salimos a la puerta y damos el primer paso al exterior. La vida está en el mundo real, ahí donde están las personas que queremos y con las que convivimos. Y, felizmente, todavía no hay pantalla que sustituya eso.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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