Desde el arranque de este gobierno si algo ha quedado bastante claro, es que la ley es ignorada cuando no se ajusta a los intereses y caprichos del inquilino de Palacio Nacional.
Aquello “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”, debería ser uno de los slogan de este gobierno, porque si algo han hecho en lo que va de este sexenio, es violar las leyes y la Constitución.
No solo el dueño del púlpito mañanero, sino también sus floreros, sus matraqueros, sus legisladores y legisladoras, sus salameros, sus súbditos, y todo aquel que se quiere congratular ante él.
Quien aspira a ser un gran reformista debe siempre apegarse a la ley, de lo contrario, es una aberración, pues no se puede reforma una ley por encima de ésta o de la Constitución.
Hoy cuando los tiempos del señor apremian, una vez más la ley se vuelve a violentar, y aunque esté prohíbo promocionarse por toda la República, así lo harán, a menos que el Instituto Nacional Electoral (INE), actúe en consecuencia.
Violar la ley para ellos es un día de campo, ahí están las reformas del “viernes negro” en el Senado, que por cierto ya impugnó el bloque de contención, o las relacionadas a la reforma política-electoral, mejor conocida como Plan B.
Tan burdamente violan la ley, que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), no solo les corrige la plana, sino que los manda hacerla de nuevo.
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No se puede llevar a cabo un circo electoral si los tiempos de la ley no se respetan, aunque en su lógica los tiempos que manden sean los del señor de Palacio.
Ya no les da vergüenza violar la ley porque ya se acostumbraron a hacerlo, ya no lo disimulan, de hecho hasta se burlan, lo hacen con total impunidad y cinismo.
La única ley que impera es la del inquilino de Palacio, es la que importa, a la que se sujetan, la que obedecen y la que ejecutan.
Ellos prefieren pedir perdón, antes que pedir permiso, pero no a usted querido lector o lectora, sino al que los colocó en el encargo, porque como diría la canción de El rey, “y mi (su) palabra es la ley”.
Ya a nadie sorprende que violen la ley, lo que si no debe suceder es dejar de señalarlo, porque el día que eso suceda habrá un antes y un después en nuestro querido México.
Confío en que las autoridades electorales hagan lo pertinente, porque nada ni nadie puede estar por encima de la ley; así como ya lo hacen las ministras y ministros de la Corte, que pese a los amagos y ataques han defendido la Constitución y las leyes que de ella emanan.