En el último semestre hemos despedido personajes emblemáticos en el contexto mexicano de las comunicaciones y del entretenimiento. Íconos como Irma Serrano, Ignacio López Tarso, Rebeca Jones, Polo Polo, Xavier López “Chabelo”, Ricardo Rocha, Nino Canún, Talina Fernández y otros, cuya presencia ha sido una huella que ha dibujado nuestro imaginario colectivo. Sentido del humor, opiniones, ideas, carcajadas, sueños, alivios a la soledad e inspiraciones.
Pero, ¿por qué a veces duele tanto que se nos vayan? Las figuras públicas, odiadas o amadas, siempre han sido lo que ahora se conoce como “influencer”, pues, estemos o no de acuerdo con sus ideas, mensajes y posturas, tienen el medio y la voz para comunicar y generar preferencias en la opinión pública.
Y estas opiniones que deben estar salvaguardadas por el derecho a la libertad de expresión, de la que siempre debemos gozar como ciudadanos libres y soberanos. De alguna manera, cuando personajes que por mucho tiempo han marcado tendencias y modas dejan el escenario público, algo en el rostro colectivo de un país, también cambia.
Por esto es que se consideran pérdidas grupales que, en algunos casos, se toman de forma muy allegada puesto que no sabemos hasta qué grado un mensaje o la presencia secundaria de estos personajes pueden impactar en la vida de una persona, hasta llegar a ser pérdidas como si se tratara de seres queridos.
El México que se nos desdibuja hoy es, aunque parezca trivial, una pérdida para todas las generaciones que crecimos o que han sido jóvenes junto con estas figuras, lo cual va marcando grandes cambios en la cultura popular. A veces da mucha nostalgia despedirse de estas identificaciones, puesto que eso quiere decir que es tiempo de cierres para nuevos comienzos.
No siempre es fácil dejar ir para adaptarse y asimilar los nuevos contextos. Por lo general existe resistencia, y también un cierto temor por lo que conlleva naturalmente un cambio a gran escala. Así que de pronto es complicado poder visualizar lo bueno detrás de una pérdida, o separar la paja del trigo. También lo es porque ciertamente van cambiando algunos valores que se ven reflejados en las manifestaciones sociales y culturales. Lo fundamental es tomar siempre lo mejor y lo positivo de aquellos que dejaron su marca por medio de sus expresiones y creaciones.
Ir evolucionando como individuos y como sociedades pero sin perder el hilo de lo ganado, de lo bueno, de los valores y virtudes universales, como el respeto, la generosidad, la bondad, los buenos modos, las ganas de superarse, de aspirar, de soñar y de lograr, de ser personas completas y exitosas, capaces y valerosas, empoderadas y triunfadoras, y algo fundamental: del valor de lo ético y lo estético.
Lo que hace algo perdurable y rescatable a través de los tiempos siempre será lo universal de lo bello, bueno y verdadero que posea, muy independientemente de las modas que vayan y vengan. Por esto, siempre será positivo preservar lo más destacable de todas las influencias, los mundos, y las personas notables, aquello que trasciende y que nos hace mejores seres humanos, mejores ciudadanos, mejores sociedades que contribuyan a construir un mejor país y un mejor planeta. Gracias a quienes se nos adelantaron por aquello bueno que nos hayan dejado.