“Al presidente de la República se le volvió una obsesión hacer campaña en mi contra (...). El presidente de México debe actuar como hombre de Estado, como estadista, no debe comportarse como jefe de partido, de facción o de grupo. El Presidente no puede utilizar a las instituciones de manera facciosa ni para ayudar a sus amigos, ni para destruir a sus adversarios”.
“Nosotros no odiamos, ni buscaremos venganzas, no vamos a perseguir a nadie. No inventaremos delitos, seremos absolutamente respetuosos de nuestros adversarios. Nosotros nunca vamos a apostar a destruir a nuestros adversarios (...)”.
“Imagínate un presidente que llega al poder apartir de un cambio y enarbolando la bandera de la democracia, y que lo primero que hace, o de las cosas más representativas, más significativas en el terreno político, es descalificar a la mala a uno de sus adversarios”, Andrés Manuel López Obrador.
Eso fue lo que dijo tiempo atrás el ahora Presidente, quien de manera deliberada está actuando como jefe de partido, de facción o de grupo, todo menos como hombre de Estado ni estadista.
Y no solo eso, también está utilizando a las instituciones de manera facciosa para destruir a sus adversarios. Está odiando, está buscando venganza, persiguiendo, inventando delitos, apostando a destruir a sus adversarios.
El actual Presidente de México, que llegó al poder apartir de un cambio, enarbolando la democracia, hoy entre las cosas más representativas y significativas que hace en el terreno político, es descalificar a la mala a uno sus adversarios.
Pero eso no es todo, también pretende definir la elección de candidatos de sus adversarios, porque no tiene suficiente con hacerlo en su partido, eso no lo satisface del todo, no, y es por eso que quiere intervenir en el proceso de la oposición, concentrando todas sus fuerzas en una sola aspirante del bloque opositor.
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El dueño del púlpito mañanero no solo quiere elegir y definir el candidato de su partido, sino también el de la oposición; quiere destruir a quien ha generado simpatía en la ciudadanía, para que según él, queda un adversario más débil para cualquiera de sus “corcholatas”, y así seguir en el poder.
El Presidente cree que no nos damos cuenta de sus perversiones, que creemos en sus dichos, que confiamos en él, pero la verdad es que con él todo es previsible, solo basta con poner atención e ir hilando sus dichos, actitudes, burlas y el nado sincronizado que hacen sus floreros y aplaudidores, para conocer sus intenciones.
Por eso querida lectora o lector, si están decididos a hacer un cambio, participa en la elección del candidato de la oposición, entra a la plataforma del Frente Amplio a firmar por la o el aspirante con quien más simpatices, aquí hay reglas claras, hay democracia, y no un “dedito” eligiendo.