Quiero contarles un dato muy curioso ¿De dónde creen ustedes que venga el famoso grito “otra, otra, otra” en los conciertos? Bueno, esa tradición empezó en la ópera. En el siglo 19, el divertimento común para la gente era asistir a la ópera a donde iban a ver algunas obras selectas. Si el aplauso de la gente lo merecía, hacían un “encore” o “bis” que básicamente era repetir alguna de las obras que ya habían cantado para que la disfrutara la gente. Puedo suponer que en ese tiempo era muy apreciado volver a escuchar una canción por el mismo precio.
Sin embargo había otra costumbre un poco diferente: la llamada “propina”, en la que el cantante sorprendía a la gente con una canción que no estuviera en el repertorio anterior como forma de agradecimiento. Estas propinas podían ser canciones muy difíciles o muy ligeritas, pero siempre con el ánimo de agradecer al público. Pero la modernidad y lo apresurado de nuestros tiempos hizo que esa costumbre se perdiera en las grandes salas.
Uno de los lugares que prohibió las “propinas” fue el Metropolitan Opera House de Nueva York. Pero hay un cantante mexicano que pudo romper esa restricción gracias a lo espectacular de su actuación. En 2011 el público se caía en aplausos y él agradeció de esa manera. Luego se volvió una costumbre cada vez que se presentaba ahí y se convirtió en el único mexicano en lograrlo: hablo del mismísimo Javier Camarena, tenor mexicano con el que tuve la oportunidad de platicar.
La historia de Javier es muy curiosa: estudiaba ingeniería industrial, pero a lo que él le llamaba era la música: “Entré a estudiar música a la Universidad Veracruzana, a los 19 años. Yo lo que quería ser era pianista o guitarrista, pero ya era tarde para eso, así que decidí entrar a canto. Mi maestra me dijo que podía ser tenor y yo comencé a disciplinar mi voz para usarla como un instrumento”.
“Después de unos años me di cuenta que no sonaba tan mal” me dijo entre risas “Yo no sabía lo que era ser un tenor, pero es muy sencillo. La voz del tenor es más aguda. Muy parecida a la de Luis Miguel, que no es un tenor pero alcanza notas muy altas como en su canción ‘La incondicional’”.
Javier no es el típico cantante de ópera. Es sencillo, dicharachero y ama México como pocas personas. “Cuando era niño en mi casa se escuchaba a Rigo Tovar, la Sonora Santanera, a Chico Ché o a Los Panchos. Me siento muy orgulloso de que en ninguno de mis conciertos ha faltado una canción mexicana en mi repertorio”. Esta pasión por nuestro país lo llevó al proyecto que está presentando “La Voz de México”, canciones inmortales que presentan la riqueza de nuestro país, desde el mariachi hasta la marimba chiapaneca.
“¿Qué te falta, Javier? ¿Hasta dónde quieres llegar?”, le pregunté. “Bueno, estar en Nueva York fue una cosa en mi lista. He cantado en Viena y en París. Pero me falta Milán o me gustaría ir a Japón, China y Corea, de dónde recibo muchos mensajes”. Pero lo que más le gustaría es que la gente se quitara los prejuicios y regresara a la ópera, que en estos días es accesible y para todos los bolsillos “Y hay obras como Carmen, que son bellísimas, atemporales y muy vigentes”, me comentó. Y me encantaría eso, regresar a la ópera, deshacerse en aplausos y gritar “otra, otra, otra” como el gran reconocimiento a los artistas