La sociedad sería una cosa hermosa si se interesaran los unos por los otros.
- Chamfort
Solemos decir que lo mejor que tiene México es su gente, ¿seguirá siendo cierto? A veces creo que nos ha ganado la sangre.
Por solo recordar algunas tragedias, en el 2011 en el Casino Royale en Monterrey murieron quemadas 52 personas, 72 migrantes fueron ejecutados en San Fernando, Tamaulipas, en el 2010, en el 2019, nueve niños y mujeres pertenecientes a la familia Le Barón fueron quemados vivos, podríamos seguir por páginas y páginas, solo para concluir, hace unos días, una niña fue rescatada en la frontera con Estados Unidos, dentro de ella, había ADN, de al menos 67 hombres, una niña de 8 años fue violada ¡por 67 hombres! Esa es la violencia que mata, pero también mata la indiferencia, hace algunas semanas, una mujer se suicidó en la CDMX, lanzándose de un hotel, estuvo en la cornisa casi una hora, nadie la intentó ayudar, cientos de personas la grababan mientras incluso la alentaban a saltar.
Notas como estas enmarcan los noticieros todos los días, cada vez somos menos sensibles a la tragedia ajena, la frecuencia y la crueldad de los crímenes crecen cada día más rápido, mientras desde Palacio Nacional la estrategia de “Abrazos, no balazos” claramente ha fallado, los recortes presupuestales a Estados y Municipios en materia de seguridad, han dejado descubiertas a las corporaciones que deberían ser más cercanas a la población.
Pero, ¿es todo culpa de “papá gobierno”? No lo creo, como sociedad hemos sufrido una degradación importante, en gran parte del país, el tejido social está roto y hay poco o nada que se pueda o quiera hacer para sanarlo, las calles son cada vez más peligrosas, las comunidades están cada vez más disgregadas, la migración, la delincuencia organizada y la crisis económica presionan cada vez más a las comunidades, como siempre los más golpeados son los más pobres, los que menos herramientas tienen para sanar ese famoso tejido social.
Sin embargo, la descomposición se da en todo estrato social, el Querétaro de hoy dista mucho del de antes, una de sus grandes diferencias es el nivel de tensión social, no es casualidad que se incrementen de manera constante las confrontaciones en las calles, ya ni siquiera es un tema de varones, también, y esto sucede en gran parte del planeta, la gente pasa cada vez más tiempo frente a pantallas y en redes sociales, la “vida” virtual del mexicano es cada vez más extensa, algunos estudios calculan que pasamos hasta 8 horas al día navegando en redes sociales, y justamente ahí también se genera un grado de violencia importante, basta ver el caso de Ernesto, el joven que fue atacado por ir a ver la Película de Barbie.
Hay algo que hoy podríamos y deberíamos combatir y es la insensibilidad social, no podemos avanzar con una tan gran indiferencia por la vida, hay una palabra clave que creo que los mexicanos estamos olvidando, “empatía”, no es más que ponerse en los zapatos del otro, ¿qué sentirá un migrante que lleva a su familia a buscar el “sueño americano”, cuando pide unos pesos en un semáforo? ¿Qué sentirá la persona que está en una silla de ruedas y ocupo su lugar de estacionamiento sin necesitarlo? ¿Qué sentirá la persona que debe pararse a las 5:00 para ir a trabajar y yo no dejo dormir por estar tronando cuetes? Rara vez pensamos en los demás, somos una sociedad cada vez más egoísta y menos sensible.
Obviamente, no tengo las respuestas a estos problemas, pero imagino que pensar un poco más en los demás y tender una mano a quien lo necesite, nunca sobrará, no esperemos al siguiente terremoto o tragedia para ser solidarios.