Andar en moto en la Ciudad de México no es un privilegio, es una enorme necesidad y para muchas y muchos de nosotros es un estilo de vida. La moto se vuelve no solo en un vehículo sino una solución para hacer funcionar a la ciudad y está en un intermedio entre las exigencias y necesidades de las bicicletas, lo que es obligado para un automovilista. Pocas leyes están pensadas en beneficiar o en cuidar al sector automovilístico, y más en limitarlos, criminalizarlos o quitarles espacios y oportunidades.
De las motos dependen un gran sector de las entregas que esta ciudad realiza, las plataformas como Didi, Uber, Cabify y empresas particulares y sector de gobierno utilizan personal motorizado. Escoltas, taxi privados, empresas enteras depende de poder contar con motociclistas.
Y por ello es importante que desde el gobierno y su Secretaria de Movilidad entendamos esta realidad. Con la pandemia un gran sector de mujeres encontró trabajo como repartidoras, y gran parte de los ataques contra ellas también van en función de que son mujeres, es decir el machismo y los accidentes de tránsito también están relacionados. A nivel nacional “Hay 350 mil repartidores por aplicación que usan moto en México lo cual brinda atención a más de 2 millones de personas que usan el delivery para obtener un servicio” según el OXFAM México.
En la capital circulan unas 600 mil motos y se añaden casi 900 mil de la zona conurbada. Por ello no podemos quedarnos en la crítica barata de las redes sociales y decir “que se acaben las motos porque son rateros, se drogan y traen pistolas” porque no es así en su totalidad. Sino entender el por qué tantas mexicanas y mexicanos optamos por las motocicletas y dejamos los coches y el transporte público atrás.
Las motocicletas, en una capital tan compleja, tienen un enorme estigma respecto a lo que son y lo que requieren. Me atrevo a decir que mientras yo escribo estas palabras algún automovilista o peatón le está mentando la madre a algún conductor de 2 ruedas y seguro habrá gente que se enoje conmigo por tener una postura tan abiertamente biker que irrumpe con sus principios de lo que es bueno y correcto para la ciudad.
Pero lo cierto es que las motos son para la mayoría de nosotros una solución de tiempo, de distancia y de estrés. Andar en moto implica, como muchas otras cosas, poner tu vida en peligro, pero también que vas al llegar a tiempo a tus reuniones, que vas a poder atender los 500 mil temas que tienes la obligación de solucionar y también de biker a biker lo admitiré no siempre se cumplen las reglas ya establecidas pero por ello debemos poner el debate que desde la autoridad pública se entienda que las motos tienen una características físicas y de velocidad muy diferente a los de los coches y por ello las leyes deberían estar en función de eso y no al revés.
Y no escribo esta columna para convencer a nadie de que las motos son buenas. Sí cuando violan el reglamento de tránsito, nos convertimos en un problema, cuando hay arrancones, cuando se cometen ilícitos (asaltos o demás) también son un tema, pero hoy las motos forman parte de la vida de cientos de ciudadanos y por ello debemos entenderlo. No somos unos cuantos, somos muchos.
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Y todo esto derivado de la manifestación pública de unión y amor al barrio que el rapero Eme Malafe organizó. El pasado 16 de julio, logró juntar por más de 3 hora continuas a casi 200 mil personas que en motocicletas de distintos calibres recorrieron las calles de la capital, un domingo a las 12 de la noche, con un solo llamado: debemos vender el ambiente violento que rodea a nuestros automotores y avanzar cuidándonos entre nosotros.
Estoy segura que ningún motociclista civilizado quiere romper o violar el Reglamento de Transito, pero las motos no están hechas para la velocidad y la adrenalina y mientras los conductores vayan al 100 % concentrados en su manejada serán capaces de medir y entender que las motos, vamos rápido, vamos juntos muchas veces y nuestra vida está más expuesta. La seguridad vial es responsabilidad de cada persona detrás de un volante y encima de unas llantas.
Aceptando la realidad debemos fortalecer a la Secretaría de Seguridad Ciudadana y a nuestros agentes de tránsito para disminuir que hoy las motos están involucradas en el 50% de los accidentes contra el 20% que representaban en el 2019. Porque de aquí puede derivarse, 1 que las motos se usan más, 2 que no hemos aprendido a convivir coches y motos y no siempre las motos son los culpables, 3 que debemos pensar en ambas necesidades.
Como Diputada, como biker y como chilanga lo entiendo, necesitamos aprender a compartir el espacio publico ya. Encontrar las mejore condicione para que todos los sectores involucrados aprendamos a circular y a vivir en esta capital. Si bien la capital aun no es una ciudad de motos, tampoco es una capital peatonal, ni de motos, ni de coches. Nuestras calles son de todos y en ese sentido debemos avanzar en nuestras leyes y reglas urbanas.
Digamos no a la criminalización, no a los estigmas y SI a construir condiciones donde todos lleguemos vivos a casa y podamos rodar con responsabilidad y union por la ciudad.