Desde los antiguos griegos, la educación ha tenido una importancia crucial en la formación del ser humano, evolucionando hasta concebirla como una herramienta fundamental que permite adquirir los conocimientos y saberes que coadyuven con el pleno desarrollo de la personalidad humana.
Por ello, en la actualidad la educación es concebida como un derecho humano básico, y adicionalmente se ha establecido que debe ser de calidad, privilegiando el conocimiento. No es casualidad que los mejores sistemas educativos en el mundo priorizan las matemáticas, el pensamiento lógico, las ciencias y los idiomas para cumplir con su finalidad.
En el contexto del cambio de época en que nos encontramos, la educación tiene una importancia crucial en la formación del ser humano, que ahora vive en una sociedad en constante cambio, con nuevos desafíos y retos. Por ende, juega un papel esencial para poder dar las respuestas que se requieren. Hoy los niños y los jóvenes necesitan aprender y adquirir nuevas habilidades y conocimientos que les permitan desarrollar un pensamiento crítico, generador de una inteligencia individual y colectiva, que favorece la innovación, capaz de enfrentar de manera exitosa estos nuevos problemas.
Todo lo anterior convierte a la educación en un elemento inmaterial, vital para la construcción del bien común, de la sociedad, y que permite el desarrollo de las potencialidades humanas de cada persona.
Sin embargo, al contrastarlo con la actual propuesta educativa en México, que se materializa a través de sus libros de texto, nos percatamos que el modelo educativo es ajeno a la ciencia, a la adquisición de habilidades blandas y a los nuevos desafíos como la Inteligencia Artificial que, sin duda alguna, modelarán el futuro al que deberán enfrentarse millones de niños y jóvenes mexicanos.
La educación que se pretende implementar tiene como sustento ideologizar a la niñez y juventud mexicana, excluyendo los saberes científicos y evitando la generación de pensamiento crítico.
Implementar un modelo educativo que no es capaz de responder a las necesidades del mundo actual, traerá como resultado la mediocridad y ampliación de las brechas de desigualdad entre aquellos que tiene la posibilidad de acceder a una educación privada capaz de apegarse a una educación de calidad que privilegia el conocimiento científico, versus una educación pública rezagada, fincada en paradigmas ideológicos del siglo diecinueve en pleno siglo veintiuno, lo que se traducirá en el rezago de sus alumnos.
Considero que una educación pública que no es capaz de preparar a sus niños y jóvenes para competir en un mundo globalizado donde la Inteligencia Artificial cada día cobra más relevancia y sustituirá a millones de empleos, es condenarlos al fracaso, limitando el desarrollo de sus potencialidades y, en consecuencia, contraria al bien común.
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