Opinión

“Pachuca” imperial

Cartas de póker. (Foto: Pixabay)
Cartas de póker. (Foto: Pixabay)

Cuando usted juega póker y la suerte no le sonríe en el reparto de cartas, y al revisarlas descubre que no ha conseguido al menos un par bajo, usted tiene lo que se conoce como “pachuca”: una mano tan mala, que desea cambiarla por completo. Por el contrario, cuando la suerte le acompaña, usted puede formar una “flor imperial”, la mano más valiosa en el póker, que involucra las cinco cartas más altas de un mismo palo.

Bien: en este juego de póker que son las precampañas presidenciales en México, el régimen dispone de cinco cartas muy malas que, sin embargo, son lo mejor que pudo conseguir el Licenciado López para jugar; son cinco personajes con proyección nacional que, aun así, son tan intrascendentes que representan una mano incompetente. Está claro que para jugarse la elección presidencial de 2024, el régimen solo tiene una “pachuca imperial”.

Ebrard, López, Monreal, Sheinbaum y Velasco (enlistados en orden alfabético, pues cualquier otro criterio -capacidad, carisma, trayectoria- es ocioso) no entusiasman ni a sus cercanos, y forman un grupo desmadejado e inconexo que recorre el país hablándole a grupos de acarreados, a los cuales no les importan ni las figuras ni sus discursos. Ninguno de estos aspirantes es elocuente o al menos creíble. Todos forman parte de este régimen federal fallido al que tienen prohibido criticar y, por el contrario, deben hacer malabarismos discursivos para defenderlo en cada plaza, a pesar de su estrepitoso fracaso. Como precandidatos, están condenados a la irrelevancia.

Su presencia en redes sociales y medios tradicionales da cuenta de ello: ni las granjas de cuentas prepago en las distintas redes, ni las secciones creadas exprofeso en espacios informativos para hacerlos visibles, logran colocarlos en algún tema de la discusión pública; son meras figuras tediosas protagonizando un rito prematuro y mal ejecutado.

El último recurso de esas cinco cartas (“corcholatas”, las llama López) para capturar la discusión pública, ha sido fingir que discuten entre sí para crear la ilusión de polémica, y despertar así un poco de morbo entre la audiencia... y también en eso han fracasado. A nadie le importa si Marcelo y Claudia difieren en un tema, o si Adán intenta minimizar a ambos, o si alguno de los otros dos opina al respecto: la sociedad los considera apéndices de quien cobra como presidente, y así entendidos no representan interés alguno; su papel es agradar a una sola persona, López, y luego uno será elegido por él. En ese esquema primitivo de selección la sociedad no tiene un papel por desempeñar, y por eso les hace el vacío. Es muy lógico.

Quizá después, cuando el elegido sea anunciado y concentre toda la maquinaria propagandística del régimen en su persona, y además ya tenga enfrente a un rival por parte del Frente Amplio por México, surja entre la sociedad algún interés por el candidato de Morena para 2024. Pero hoy, y mientras dure el proceso inventado en Palacio Nacional para alumbrar a un prospecto de heredero, la “pachuca imperial” del régimen solo deambula por el país en forma errática, sin saber contra quién medirse o cómo diferenciarse, pues la sombra donde los mantiene López no permite lucimiento alguno: nadie debe disputarle al caudillo el reflector, el micrófono o el tapanco.

CAMPANILLEO

Del otro lado de la mesa, el Frente Amplio por México tiene mejores cartas sobre el paño verde: ya tiene una tercia alta, que con voluntad y talento puede convertirse en un decoroso “full”.

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