Es absolutamente reduccionista asignarle una calificación al desempeño de un gobierno, máxime cuando no se trata de una sola persona la que diariamente entrega sus esfuerzos y compromiso en obtener los mejores resultados para el país.
Es un cúmulo de trabajo de muchas personas involucradas en las diferentes carteras de un gabinete entero, por lo que prejuzgar con un número resulta corto si es que queremos llegar a una evaluación verdaderamente cualitativa. Ello, de forma global nos dan un desempeño positivo en todos los frentes
Podemos juzgar lo que falta, pero es innegable que los avances en todos los frentes han existido por la implementación de políticas públicas y certeras que ponen a quien menos tienen al centro.
Más allá de descalificaciones y de sesgos políticos, la gestión de la actual administración resistió una crisis financiera como pocas veces pasa en el país, al grado que el crecimiento económico ha sido sostenible y se alcanzan niveles de recuperación no vistos en ninguna otra parte del planeta.
La valorización del peso frente al dólar no tiene punto de comparación en décadas, porque nuestra moneda fue la más sólida contando absolutamente todas las del mundo y mucho tuvo que ver una excelente gestión que atrajo Inversión Extranjera de forma récord y, además, supo atender las remesas de nuestros paisanos no sólo para que incrementaran el valor de nuestra economía, sino para dar mejores dividendos a las familias.
Tampoco podemos olvidar que México se trata de un país multicultural y multifactorial que requiere de ingeniería profunda y de combate a rezagos importantes que no tienen ni diez ni veinte años, sino una enorme tradición de decisiones que han ido mermando sus capacidades hasta tenerlo en el problema que hoy sufre, pero que todo apunta a que, por fin, estamos sacando la cabeza para tener un desarrollo hacia adelante como nunca antes.