Sin duda, nuestro país ha avanzado en temas de paridad, de no discriminación, de género, de lenguaje incluyente, de igualdad y de inclusión. Contamos, por mencionar algunos, con políticas públicas e instituciones (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, encargado de garantizar el ejercicio y respeto del derecho a la no discriminación).
Así como con marcos normativos (Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, así como la Ley para Prevenir y Erradicar la Discriminación), con la finalidad de prevenir y eliminar todas las formas de discriminación que se ejerzan en contra de cualquier persona y grupos sociales, teniendo como sustento el principio constitucional del respeto a la dignidad humana, los derechos fundamentales y las libertades.
No obstante, es importante destacar que aún nos encontramos en proceso de transición para alcanzar una verdadera igualdad e inclusión; seguimos teniendo en nuestro país altos índices de violencia de género en todas sus formas.
Claro ejemplo es el suceso que se viralizó en redes sociales en días recientes, que, más allá de que a una mujer transexual se le permita la entrada a un baño público de mujeres, o que deben entrar al de hombres, o de que se deben disponer baños exclusivos, opiniones que tienen argumentos dignos de analizar en cualquiera de los tres sentidos.
Considero que lo más importante, y lo seguiré diciendo, es que la verdadera igualdad e inclusión en nuestro querido México, que es un tema cultural, se dará el día en que en las escuelas de todos los niveles (primaria, secundaria, medio superior y superior) y de todos los municipios de la República Mexicana, se eduque a la sociedad en el sentido de que la dignidad es una cualidad inherente a todos los seres humanos.