Lamentablemente, va a ser casi imposible eliminar discursos discriminatorios de forma absoluta en cualquier sociedad, ya que bajo el precepto de la libertad de expresión se han acuñado frases, actitudes y acciones que lastiman la integridad de otras personas sin que haya consecuencias profundas por dichas aseveraciones o actitudes en contra de las minorías o sectores vulnerables.
Lo que sí es inadmisible es que en política existan aún esos discursos que lo único que hacen es fomentar el odio y polarizar la sociedad en situaciones que no dañan a nadie y se enmarcan dentro del libre desarrollo de las personas.
No existe motivo ni razón alguna que pueda justificar actos discriminatorios o invisibilización en nuestra sociedad porque debemos tender a fortalecer las libertades, a permitir que las personas se sientan cómodas en lo físico y en lo mental para recomponer un tejido social que se ha visto muy afectado.
Pero también debemos ser muy honestas al aceptar que a pesar de las cosas que hemos impulsado en materia de legislación, políticas públicas e incluso en cambios sociales, hemos avanzado poco en comparación de lo que necesitamos para tener un país armónico, libre de prejuicios y protector de todos y cada uno de sus ciudadanos.
Sí, siguen existiendo ese tipo de discursos discriminatorios que nos hacen repensar en fortalecer acciones, pero que no provengan precisamente de gobierno como una imposición o una norma jurídica que tiene obligatoriedad, sino que debemos meternos a las entrañas sociales para entonces sí poder debatir, convencer, abrir las puertas de la comprensión de nuevas realidades de personas que han vivido cada segundo de su vida aisladas y señaladas.
Es fundamental un proceso de sensibilización de todas y todos los mexicanos para que los discursos de odio se desechen de inmediato y sepamos que estamos más allá de una postura de segregación y que, como siempre lo hemos sido en nuestra historia, abracemos nuestras diferencias, valoremos nuestras realidades y construyamos desde las peculiaridades con objetivos de fondo, con la intención del bienestar, con el deseo de erradicar la violencia y hacer de este país un espacio de concordia y solidaridad como hemos demostrado cientos de veces al mundo.